El paroxismo del mal gusto
A pesar de las estrategias de marketing que intentan vincular a este deplorable film con la saga de la exitosa ¿Qué pasó ayer?, es imposible reírse o divertirse con 21 la gran fiesta básicamente porque sus protagonistas adolescentes son tan malos actores que causan vergüenza.
Tampoco se salva un guión a cargo de los directores del film Jon Lucas y Scott Moore que acumula situaciones sin ninguna cohesión interna y en función de la escatología o el mal gusto con la sencilla idea de provocar al espectador o al menos robarle una sonrisa con las desagradables escenas que involucran vómitos en cámara lenta o la ingestión de un tampón en estado de absoluta ebriedad.
Para los norteamericanos eso es gracioso y a esta altura incluso lo consideran transgresor en épocas donde internet ha superado cualquier limite en lo que a mal gusto se refiere y el cine parecería estar en este caso al servicio de ese mal gusto más que de la comedia revulsiva en sí.
La historia prácticamente es una copia de la fórmula ensayada en ¿Qué pasó ayer? pero con la diferencia de hacer hincapié en el cumpleaños número 21 del joven Jeff Chang (Justin Chon), estudiante aplicado con un padre extremadamente rígido que ve con muy malos ojos los ejemplos de estudiantes desperdiciados a causa de la diversión y el exceso en las fiestas. Por eso, la llegada de dos amigos como Miller y Casey (Miles Teller y Skylar Astin) precipita los acontecimientos a niveles paroxísticos que incluyen drogas, alcohol, mujeres desnudas y un sinfín de humillaciones al protagonista que resuelve todo con una risa enfermiza.
Fiesta alocada, una fraternidad de mujeres que se vengan del machismo, concursos sobre quién resiste mayor ingesta de alcohol forman parte de este producto maloliente que por esas cuestiones comerciales se estrena en nuestros cines a caballo del éxito de una comedia con similares características pero con buenos actores en su reparto que garantizaban la efectividad de chistes mal escritos pero bien actuados.