Última nieve
La obra póstuma del realizador iraní Abbas Kiarostami resulta la combinación perfecta de una serie de disciplinas artísticas en formato audiovisual. Fotografía, cine y pintura se conjugan en 24 cuadros (24 Frames, 2017) para dar origen a espectáculo visual donde las imágenes no necesitan palabras.
Partiendo de diferentes fuentes y sirviéndose de distintos grados de manipulación digital, Kiarostami compone 24 cuadros en movimiento a partir de imágenes estáticas, casi siempre provenientes de paisajes naturales. Para 24 cuadros, utilizó fotografías tomadas en los últimos años, a las que añadió lo que imaginaba que podía haber sucedido antes o después de cada uno de esos momentos capturados. El resultado es un conjunto homogéneo de 24 tomas, con fotografías que cobran vida o vídeos en plano fijo, centradas en la naturaleza y el impacto sobre ella de la acción del hombre.
Así, el primer cuadro es en realidad la imagen del cuadro de Pieter Bruegel, Los cazadores en la nieve. El preludio de todo lo que se observará a continuación. Tras el preámbulo que supone la visión del primer cuadro, los siguientes emergen con una naturalidad que el espectador puede llegar a creer que se halla ante “una toma de vistas” de las que nos regalaban los hermanos Lumière, pero no es cierto. La sencillez aparente de sus películas “naturales“, por denominarlas de algún modo, procede de un trabajo complejo.
Dos horas de metraje y cinco minutos por toma, algunas en blanco y negro, otras en color, pero todas sutiles, elegantes y de composición impecable. Pájaros, caballos y algunos seres humanos interrumpen las imágenes, muchas de ellas provenientes de paisajes nevados o del mar.