Rock, crimen y teorías conspiranoides.
Tras el éxito y la revolución nacional superheroica causada por Kriptonita (2015), Nicanor Loreti vuelve al cine de género con sabor local de la mano de 27: El Club de los Malditos (2017). Policías malhumorados, malos muy malos y estrellas de la música perdidas son el eje de una producción que atrae desde el absurdo de su propuesta.
Cuando Paula (Sofía Gala) se vuelve testigo accidental del asesinato de una de las figuras del mundo de la música, se corre el velo y queda expuesta una enorme conspiración que gira en torno a la misteriosa muerte de algunos de los nombres más grandes del universo musical de los últimos 40 años. Y todo parece indicar que, para bien o para mal, el detective Lombardo (Diego Capusotto) es el único capaz de ir hasta las últimas consecuencias en pos de develar qué se esconde detrás del hecho.
A diferencia de lo realizado en Kriptonita -donde todo parecía tener un peso dramático inflanqueable- Loreti desarrolla un relato mucho más relajado, que filtra la mayoría de las situaciones a través del humor, elemento que queda mayoritariamente bajo la jurisdicción de Capusotto, lleno de guiños melómanos intercalados en distintos momentos de la subtrama policial.
La acción transcurre casi en su totalidad en exteriores y durante el día, cuestión que quita un poco de espectacularidad al relato, ya sea que se trate de una limitación presupuestaria o de una elección artística. Esa oscuridad transmitida desde el guión y su halo de misterio pierden fuerza por estas simples cuestiones de locación.
El histrionismo magnético de Diego Capusotto hace que se adueñe de cada una de las escenas en las que participa. A esta altura del partido, se torna poco eficiente hilar fino sobre su estilo performático, considerando que es esa clase de actor cuyo sello interpretativo se adueña por completo de cualquier personaje al que le toque ponerle el cuerpo. Como contrapartida, el desempeño de Sofía Gala es como poco, discreto. Después de los merecidísimos elogios recibidos por sus papeles en Alanis (2017) y Madraza (2017), en esta ocasión la hija de Moria Casán entrega un actuación desangelada, prácticamente recitando el parlamento de su personaje en forma robótica, retrocediendo varios casilleros desde lo actoral. Daniel Aráoz se luce interpretando al villano de turno y hace lo que puede con el poco tiempo en pantalla que le toca a su personaje.
Como dijimos al principio, 27: El Club de los Malditos es un film con un planteo muy interesante, pero termina perdiendo la lucha por mantener el interés dentro de un relato con ritmo desparejo, derivando finalmente en un tercer acto bastante anticlimático que nos deja un sinsabor, la sensación de estar ante una oportunidad desperdiciada, algo que ni siquiera Jimmy Hendrix, Janis Joplin y Jim Morrison con acento ibérico pueden salvar.