Estrellas fugaces
Entre la amalgama de géneros por los que ha pasado el realizador Nicanor Loretti, sin lugar a dudas el que más domina es el del humor negro y la sátira. Sus logradas películas como Diablo, que no fueron hechas por encargo, cuentan con una serie de características que definen su modo de hacer cine y además muestran un toque distintivo desde la propuesta visual y a veces en la originalidad de los guiones.
27 El club de los malditos, su nuevo opus, no refleja precisamente la calidad de otras de sus películas pero sin embargo no resulta insuficiente en términos generales y maneja un ritmo de western mezclado con personajes de cómics sostenible para los 90 minutos del metraje.
La historia mezcla por un lado la mitología rockera anclada en las coincidencias de muertes de estrellas de rock a los 27 años como Janis Joplin, Jim Morrison, Amy Weinhouse, Jimi Hendrix, Kurt Cobain, y Brian Jones de los Rolling Stones, entre otros, con el plus que detrás de esos sospechosos decesos (muchos desaparecieron físicamente en el pináculo de su carrera artística) hay un complot. Sobredosis o accidente, el juego propuesto por Loretti recrea los últimos minutos de cada víctima con un personaje misterioso que llama a la puerta.
Coincidencias del destino y del capricho del guión la trama conecta directamente con otra muerte de un ídolo punk, la testigo que presencia cómo lo arrojan por una ventana es una grupie con altos saberes astrológicos y su grabación una pieza clave para resolver el misterio encargado al teniente Lombardo, desaliñado, alcohólico y con altas tendencias al masoquismo cuando enfrenta en su condición de hincha de Racing a barras de otros clubes, llevándose siempre la peor parte.
Si bien en términos narrativos el relato fluye, no son tan eficaces los giros hacia el humor o la sátira como se esperaba. Diego Capusoto no aporta nada distinto de lo que viene haciendo en los últimos años, Sofía Gala Castiglione cumple con su rol de grupie en peligro y el resto de los secundarios no se luce.
A este elemento se le debe sumar una serie de situaciones forzadas para que de algún modo cierre una historia, donde la parte de los flashbacks resultan innecesarias así como los abusos de la cámara ralentada al estilo videoclip. Un flojo comienzo de año para el cine de género local.