No hay nada más estimulante que una película que interpela al espectador y lo coloca en un lugar incómodo, donde hay más dudas que certezas. Y así es "Tres anuncios por un crimen", que ya ganó cuatro Globos de Oro y seguramente competirá por los Oscar. La tercera película del director Martin McDonagh ("Escondidos en Brujas") se ubica en un pueblo del sur de EEUU. La protagonista es Mildred Hayes (Frances McDormand), una madre indignada porque la policía no encuentra al asesino de su hija, que fue violada y quemada viva. Como protesta, Mildred alquila tres gigantes carteles publicitarios en una ruta para increpar con mensajes al comisario del pueblo. Y son estos carteles los que van a provocar todo tipo de reacciones en la pequeña comunidad. El enfoque que elige McDonagh es excepcional: su protagonista no se comporta como una víctima, es una antiheroína que está jugada y que va a descargar toda su furia contra la policía y las hipocresías de su entorno. El director conserva la impronta tarantinesca de sus primeras películas y muestra la violencia explícita y latente sin tapujos, mientras sus personajes van revelando capas de contradicciones y traumas. "Tres anuncios..." es un drama profundo y duro, pero no hay golpes bajos ni moralina gracias al humor negro que matiza algunas escenas, en las cuales uno puede soltar una risa liberadora. Las actuaciones se merecen un aplauso aparte. McDormand brilla en un papel a su medida, pero el policía que interpreta Sam Rockwell se roba la película.