Three Billboards es una denuncia y espejo hacia la sociedad actual, que dentro de sus increíbles diálogos al compás de las actuaciones, hoy por hoy debería consolidarse y verse a futuro como una gran obra de culto.
Es una comedia dramática de tono negro, donde la historia gira en torno a una madre que intenta obtener la justicia que hasta ahora ha eludido a su hija muerta. Pero está lejos de ser sencillo. Las acciones tienen consecuencias, tanto emocionales como físicas, y cada una de ellas crea eventos que van en un espiral fuera de control. Y ese es el poder del guion de McDonagh, donde el espectador siente que ha sido llevado en un viaje tan profundo y conmovedor como lo es, a veces, impactante y que invita a la reflexión.
Mildred Hayes (Frances McDormand) es una madre que se encuentra malhumorada, angustiada y afligida por la violación y el asesinato de su hija, también por la aparente inacción del sheriff local, Bill Willoughby (Woody Harrelson), para realizar arrestos. Posteriormente manda a publicar tres vallas a las afueras de la ciudad, acción que le da el título de la película y también supone un intento de avergonzar a la policía que no toma medidas posteriores al asesinato de la joven.
Mientras el sheriff Willoughby sigue congeniando con la difícil situación de Mildred, él tiene sus propias batallas para luchar, dejando a su segundo oficial –con tendencias violentas-, Jason Dixon (Sam Rockwell), para tratar de disuadir a Mildred en su lucha por la justicia y respuestas al caso. Decir mucho más sería un grave perjuicio para el guion de McDonagh, que rara vez permite que las cosas se desarrollen de la manera que el público podría esperar.
En cambio, es mucho mejor sentarse y disfrutar de los diversos matices de esta compleja tragedia, que examina las nociones de culpa, mortalidad, dolor y venganza de manera ejemplar, exponiendo temas como el asesinato, sadismo, violación y maltrato hacia la mujer, a través de la ventana a la denuncia contra las autoridades, la ley, la burocracia la -in-justicia, mientras se aplica la violencia dentro de la subjetividad y “lo justo”, convirtiéndola en una película políticamente incorrecta en una sociedad apabullada por la obligatoriedad por lo políticamente correcto.
Al igual que hizo con In Bruges (2008) y Seven Psychopaths (2012), McDonagh logra encontrar comedia en los lugares más oscuros, pero aquí exhibe una mayor madurez acorde con el tono generalmente más sombrío de la película, que a su vez le da un mayor impacto.
Esta es una historia en la que la muerte es tanto un personaje como los que aparecen en la pantalla. Las consecuencias de dejar de existir es un compañero doloroso para ellos. En cuanto a las actuaciones, se debe decir que son realmente impresionantes, especialmente el trío central.
Frances McDormand es la fuerza, una madre formidable cuyo deseo de venganza está tan alimentado por su propia “culpa” como su enojo por la falta de detenciones. Ella no teme ser desagradable. Pero esto solo la hace más humana y sus momentos de compasión más conmovedores, tanto, que a la fecha de hoy, debería asegurarle la estatuilla del Oscar como Mejor Actriz.
Harrelson, por otro lado, tiene un muy buen papel: un hombre que tiene su propia relación con la muerte, que mantiene una dignidad y sensibilidad que es totalmente entrañable. Sus escenas con McDormand son absolutamente absorbentes y las mejores de la película.
Mientras tanto, Rockwell es el bromista aparente del grupo: un “tonto” que genera las mayores risas, pero cuyo recorrido por la película es tan inesperado como a veces notablemente conmovedor. Es una actuación deslumbrante del actor que simplemente mejora cada vez más.
McDonagh, en la dirección, producción y guion, logra un equilibrio casi perfecto entre el drama y el humor, aplicándolo en el extraño momento de la acción para mantener las cosas animadas, pero confiando más en el carácter y la destreza de la narración para mantenerte aferrado. Es un testimonio de su habilidad como escritor el hecho de que es capaz de hacer ver a los espectadores equivocados en varios puntos de la película, al tiempo que ofrece un conjunto de personajes que son capaces de luchar con sus emociones y llevarlos en diferentes direcciones.
En ese sentido, Three Billboards es una obra audaz e intrépida que trata a su audiencia como adultos y que ni siquiera teme caer en un final que puede dividir la opinión. El final es un clímax bellamente considerado que seguramente promoverá la naturaleza provocativa de la película como un todo, al tiempo que fomentará muchos de los debates inherentes.
Con un montón de premios en su bolsillo, no se sorprenda de encontrar esta película recibiendo muchos más elogios en el camino a los Oscar a celebrarse en el mes de marzo. Es merecedor de cada uno de ellos, y, probablemente, la gran ganadora de la noche.