Ví "Whisky" en su momento (el debut del uruguayo Pablo Stoll junto a Juan Pablo Rebella en el 2004), y no la sentí una gran película, más allá de que reconozco que era pintoresca, estaba bien actuada y su escenario era magnífico. Su debut como equipo se había producido con la auspiciosa "25 watts", ya clásico de culto en la filmografía de nuestros vecinos y en cierta manera, ya a mediados de la década pasada, ellos se instalaban como referentes de su tierra, renovando la alicaída escena local. Desgraciadamente, Rebella falleció en 2006 y a Stoll le llevó un tiempo reposicionarse, de la pérdida de su amigo y socio. Siguió trabajando ("Hiroshima" en 2009) y se encontró con fondos para filmar en 35 mm, cosa realmente extraña para films independientes en estos días, un nuevo proyecto.
Rearmó un guión que tenía hace tiempo e instaló nuevamente 3 personajes (su número es la tríada, sin dudas, siempre hay tres protagonistas centrales en todos sus films) en una situación de desestructura (o reconstrucción?), en la que, a diferencia de sus trabajos anteriores, se encuentran vestigios de emotividad no tan melancólicas y si, mucha más energía cinética y muchos más guiños cómplices. En cierta manera, sus personajes comenzaron a mostrar que pueden ser felices, aunque sea por pequeños tramos, y eso, quizás marque la diferencia con los trazos de sus trabajos anteriores.
A mí en lo personal, me parece más cercano al público y creo que es, definitivamente, más interesante.
Veamos, "Tres" cuenta la historia de Rodolfo (Humberto de Vargas, legendario actor televisivo de la vecina orilla), quien es odontólogo, quien parece buen tipo, aunque tiene sus cosas, le gusta sabotear su propio trabajo a veces y tiene algunas obsesiones que le cuesta manejar, como su amor por el fulbito y el cuidado de las plantas. Está separado hace un tiempo de Graciela (Sara Bessio), su primera esposa, taquígrafa que pasa por un momento difícil. Una tía (Beba), muy mayor está enferma e internada en terapia intensiva y ella dedica su tiempo libre a cuidarla, lo cual desbalancea su descanso.
Para completar el centro en "Tres", tenemos también a Ana (Anaclara Ferreyra Palfy, excelente debut), la hija adolescente de ambos que está en la secundaria, es buena alumna, juega al handball pero...es una colgada y está a punto de quedar libre por faltas. Tiene novio y está en la etapa del descubrimiento sexual, lo cual hace que su eje esté bastante corrido y no encuentre manera de conectarse con su familia (tiene su mundo privado herético, típico de la edad) lo cual de alguna manera puede afectar a su cierre de ciclo lectivo
Los tres, van a sufrir, inclinaciones y encuentros con espacios y personas (Graciela conocerá a alguien y Rodolfo tendrá súbitos impulsos de hacer algo con su familia anterior, ya que está casado por segunda vez), que los harán repensar su realidad y buscar transformarla, rudimentariamente, en un proceso contenido pero no exento de matices.
Stoll compone una película de pocos escenarios, con un registro un poco menos sutil que sus anteriores (la manera de subrayar con la banda de sonido lo marca) donde pone la mirada en tres personas que fueron una familia y que quizás, de alguna manera, intenten serlo otra vez, o al menos revincularse en un estado en el que son conmovidos por la influencia del medio. Eso, se logra. No hay estridencias, pero si una puesta cuidada, rica en detalles que permite que el espectador saque bastante la ficha de todo lo que se juega por detrás de cámara.
No es una comedia de registro fuerte, no, para nada. Tampoco es puramente un drama familiar. Es un ensamble propio, único, que se disfruta si la idea es el descubrimiento y no vamos con grandes expectativas. Ya saben que estuvo este año en Cannes, en una sección paralela y eso la hace singular, pero no olviden que ir a verla implica aceptar el estilo de Stoll para narrar y las convenciones de su mirada, de lo contrario, puede que les parezca, una película sin relieve, cuando en realidad, es bastante más rica de lo que se ve superficialmente.