¿Matar o reír?
No viene al caso determinar ahora el lugar y momento exactos donde se pronunció la muy conocida y -en mi opinión- exasperante frase "todos los caminos conducen a Roma". En particular no creo que sea así de ningún modo. En todos los contextos no funciona de igual forma. Es cierto que uno tiene la posibilidad de tomar distintos recorridos, pero la realidad es que existe uno que siempre es el mejor, el más seguro, el que parece corresponder. ¿Risa o llanto? ¿Amor o indiferencia? ¿Thriller o drama? ¿Acción o comicidad? Todas estas preguntas emergen y concurren en el mismo sitio e instante: 3 Días para Matar (3 Days to Kill, 2014).
Esta llamativa y nada inocente indefinición que nos presenta el director del filme, Joseph McGinty “McG” Nichol, es a fin de cuentas lo que le otorga a la obra su especial distinción. Aquello que la configura como entretenida le otorga también cierta desprolijidad. Tiene la capacidad de convocar un gran abanico de movimientos dramáticos en la mente del espectador, y también simplemente es divertida, con escenas de “una típica familia norteamericana”. Naturalmente se observa aquí el trabajo de los guionistas Adi Hasak y Luc Besson, otro "par", siguiendo el hilo de nuestra argumentación.