Un papá a los corchazos
“3 días para matar” es el encuentro de dos figuras del cine de acción: por un lado, la historia y el guión son obra de Luc Besson, el francés creador de la saga de “El transportador”, “Nikita”, “El perfecto asesino”, “Búsqueda implacable” y “El quinto elemento”. Por el otro, la dirección está en manos de McG (Joseph McGinty), el realizador de videoclips que saltó a la pantalla grande de la mano de la adaptación de “Los Ángeles de Charlie” (su otra experiencia, menos humorística, fue “Terminator: la salvación”).
De esa cruza sale un cóctel peculiar: podemos identificar en el protagonista a un personaje paradigmático de varias de las obras de Besson: un agente veterano, ya bastante cansado, que se contrapone con una figura juvenil que no pertenece a su mundo de asesinos despiadados (el Léon de Jean Reno y la Mathilda de una pequeñísima Natalie Portman en “El perfecto asesino” fue tal vez el mayor ejemplo).
Por otro lado, del “estilo” de McG (si es que tiene alguno, tampoco tiene tanta filmografía) podríamos identificar el tono jocoso de los Ángeles, que le metía humor a una trama de aventuras. De este modo, el resultado es una trama de gran despliegue de acción con un tema trágico de fondo, aunque usado como disparador de situaciones humorísticas.
En las últimas
Quizás Mel Gibson podría haber hecho este filme hace unos años, y quizás en un par de otros años podría haberlo agarrado Jason Statham. En el presente, la elección recayó en Kevin Costner, que volvió a la acción recientemente como el jefe de Ryan en “Código Sombra: Jack Ryan”, un jefe que tiraba sus propios tiros.
Aquí interpreta a Ethan Renner, un agente de la CIA que descubre en medio de una misión que tiene un tipo de cáncer terminal. Ante la circunstancia crucial, decide volver a París, su base de operaciones, donde vive su ex esposa y su hija adolescente, a las que no ve desde hace cinco años. Su idea es poner en orden su herencia y recuperar alguna relación con la pequeña, a la que sólo llama en los cumpleaños.
Pero sus planes se ven interferidos para bien y para mal, cuando la joven operativa de la Agencia de apellido Delay (que se presenta ante él como “Vivi”) le ofrece un trato tentador: un tratamiento experimental, sin garantías, contra el mal que lo aqueja, a cambio de terminar la misión eliminando al criminal internacional que estaban persiguiendo.
El problema es que Ethan prometió a su ¿ex? mujer que no trabajaba más para “ellos”, y que se comprometió a cuidar por tres días a la jovenzuela Zooey. De ahí viene el título: “3 días para matar” es un juego entre el tiempo que tiene que pasar padre e hija, desconocidos entre sí, y al mismo tiempo es el período en el que se desarrollará la misión. Las dos cosas se mezclarán: de un “rescate” del padre a la hija “a su manera” de arreglar las cosas, a meter a sus víctimas a que lo ayuden a comprender a la complicada teenager.
Al filo
El peligro de derrapar y que el cóctel se volcara era muy grande, pero se salva con la solvencia de los creadores y los intérpretes: McG se mueve bien entre las bellas escenas parisinas al estilo “Medianoche en París” o “Antes del atardecer” y las persecuciones tal como las filmaría Besson, con autos y tiros a granel (la “cacería principal” es espectacular, faltaría que Vin Diesel manejase uno de los autos y es “Rápido y furioso: reto París”).
Los actores por su parte hacen creíble todo lo inverosímil de la historia: Costner transitando la rudeza, la tragedia y el humor, con bastante holgura. Amber Heard construye una Vivi desbordante, que en la CIA aparece como una burócrata pero cuando contacta a Ethan se muestra como una sucesión de diferentes chicas Bond, cambiando color de pelo, maquillajes, tono seductor y exóticos lugares de encuentro: de tan exagerada, resulta encantadora.
Hablando de encanto, Hailee Steinfeld es tierna, divertida y por suerte no tan insoportable como Zooey, y la recuperada Connie Nielsen como Christine, madre cariñosa y a la vez una esposa capaz de seguir siendo atractiva para su marido (y otros).
Completan el cast principal Tómas Lemarquis como El Albino y Richard Sammel como El Lobo, dos villanos bien Bond; Marc Andréoni como Mitat, el dueño de las limusinas que usan los malandrines, partenaire humorístico de Costner (siguiendo con el juego, en otro tiempo quizás le abrían ofrecido el rol a Danny DeVito); y Eriq Ebouaney, patriarca de la familia que le “okupó” su departamento.
“Romance, acción, drama”, diría un viejo afiche de Hollywood y por ahí pasa este filme, un buen momento para entretenerse en la oscuridad de la sala.