Duro de aguantar
Más cerca del geriátrico que de El guardaespaldas, Kevin Costner todavía puede ponerse el disfraz de la CIA y barrer matones a los bifes. En esta producción del francés Luc Besson (también escritor y guionista del film), Costner es Ethan Renner, un experto y (por supuesto) veterano agente al que los altos mandos reclutan para capturar a Lobo y su secuaz el Albino, dos traficantes de sofisticados explosivos. En la primera escena, triunfalmente sucedida por los créditos (con un viejo tema de soul, muy al estilo Besson), Renner casi sale triunfal y detiene al Albino, pero entonces lo aqueja un mal paralizante y toda la secuencia es un calco de Doble de cuerpo (coincidentemente, como Costner, otro ícono ochentoso). A partir de ahí las cosas se complican, tanto para Ethan Renner como para la buena suerte del film. Una agente no casualmente llamada Delay (“demorar”) prolonga la vida de Renner suministrándole droga y la trama se ralentiza aún más con la aparición de su familia. El buen inicio se malogra con el paso de la hora; incluso en eso, Besson no deja de ser fiel a sí mismo.