Costner, un héroe en la indefinición
Protagoniza 3 días para matar, cinta de bajo presupuesto de Luc Besson, que dirige el clipero McG.
Desconcierta. 3 días para matar es la clase de películas que avanza en la indefinición. Oscila entre la comedia, el drama y la acción, pero no logra homogeneizarlos.
Por eso marea. Y al cabo de los créditos, queda la sensación de haber pasado el tiempo sin quedarse con mucho que contar.
Está ambientada en París, a donde Ethan Renner (Kevin Costner), un espía norteamericano, un veterano, regresa para compartir sus últimos días con su esposa Christine (Connie Nielsen) y Zooey (Hailee Stenfeld), una hija que casi no lo reconoce como padre.
Ethan sufre una enfermedad terminal para la que no hay cura conocida y le quedan un par de meses de vida.
En procura de recomponer su relación familiar se encuentra cuando una joven colega (Amber Heard) se le presenta para ofrecerle una misión extra, a cambio de una droga experimental que podría matarlo de un tris o devolverle la vida.
Así que, Ethan debe repartirse entre persecuciones, balaceras e interrogatorios poco ortodoxos mientras reaprende el rol de padre, recurriendo, incluso, a la experiencia que en el área tiene algún enlace que debe sortear para llegar a "El Lobo", su objetivo final.
La película es dirigida por McG, un realizador que dejó de lado la estética de videoclip de la que hizo uso y abuso en las dos Los ángeles de Charlie --también es director y productor de televisión--, para aprovechar el despliegue escénico que le permite una locación como la Ciudad Luz, y cumplir con las expectativas de una producción de bajo presupuesto que costeó Luc Besson, a partir del suceso de Venganza (2008).
Desde las magníficas orillas del Sena, las múltiples vistas de postal de la Torre Eiffel, hasta las callecitas empinadas de Montmartre que Ethan recorre sobre una bicicleta lila de mujer, enmarcan un relato en el que Costner no termina de fluir, aunque logre escenas interesantes junto con el actor Marco Andróni, como un mafioso-padre de familia, o Brunno Ricci, en el papel de un contador que ofrece sus servicios a clientes peligrosos.
Pero más allá del folleto turístico, las ganas que Costner le pone al show y algunas escenas risueñas, 3 días para matar se siente confusa e insatisfactoria, a pesar de sus buenas intenciones.