Una película bessoniana
Luc Besson no es garantía de éxito, pero sí al menos de continuidad artística. Desde El transportador en adelante, sus películas de acción tienen más puntos de contacto que diferencias, incluyendo un ascendente nivel de comedia, cuyo punto máximo es la fallida Familia peligrosa, estrenada aquí a comienzos de año. 3 días para matar es, en ese sentido, un Besson auténtico (al igual que Brick Mansions, que también se lanza el 1º de mayo), más allá de que en ambas sólo se reserve el rol de productor y guionista.
Como en Búsqueda implacable, el protagonista es aquí un agente del servicio secreto cincuentón (interpretado por el gran Kevin Costner) que debe alejarse de sus funciones debido a un cáncer fulminante. Buena razón, entonces, para reunirse -o al menos intentarlo- con su esposa e hija en París. Cuando todo parece encaminarse, una ominosa colega le ofrece una droga experimental contra su enfermedad a cambio de un último encargo. Encargo que consistirá, claro está, en matar al malvado de turno.
El film de McG (Los ángeles de Charlie) seguirá en paralelo las dos facetas del protagonista, oscilando así entre el policial violento y un drama familiar de iniciación (su hija está en plena adolescencia), todo matizado con bienvenidas dosis de comedia. Si bien la sumatoria podría sonar a cocoliche, 3 días para matar logra surfearlos con soltura, independientemente de cierta superficialidad. Así, se está ante una película curiosa y ambiciosa que, al menos en parte, logra lo que se propone.