Desde París con amor
Ethan Renner (Kevin Costner) es un experimentado agente de la CIA que debe ultimar a un poderoso terrorista/empresario porque… Ehhh, mmm, bueno, porque sí. Porque es peligroso. Punto. La operación no sale bien del todo y mientras perseguía a uno de los objetivos cae desvanecido. Se despierta en un hospital y un doctor fríamente le comenta que tiene un cáncer terminal y que la CIA le agradece por los años trabajados. Muy rico todo, una palmadita en la espalda y a casa que llueve.
Luego del forzoso retiro Ethan decide irse a su casa en París y comenzar a rehacer la relación con su hija, a quien no ha visto en años y que llama solamente para su cumpleaños. El problema se le va a presentar cuando su retiro se vea condicionado por una blonda agente llamada Vivi (Amber Heard) lo contrate para un último trabajo, a cambio de una droga experimental que podría curarlo.
Joseph McGinty Nichol, más conocido como McG, es el director de esta película. Y el resultado de la misma va en consonancia con las distintas obras de la filmografía del realizador: Un producto olvidable y que roza lo mediocre. Pero 3 Días para Matar tiene un valor que la rescata, que la resalta de la insignificancia cinematográfica de su director y es la presencia del inmenso Kevin Costner. Un actor que aún hoy a más de 30 años de haber comenzado su carrera nos sigue encandilando con su sola presencia.
3 Días para Matar empieza siendo un thriller de espionaje de agentes que buscan evitar una transacción comercial que ponga en riesgo la humanidad. Luego deriva en una comedia familiar con toques de redención. McG la pega algunas veces en el tono pero los continuos saltos de género a género por momentos resultan molestos. Es que cuando uno se sumerge en las profundidades del misterio y los tiros se encuentra con un Ethan comprando una bicicleta de regalo para su hija, para después comenzar a mezclarlos cual barman en una coctelera. Hay secuencias donde el pasaje de un extremo al otro se da con un desparpajo que la hace querible, pero sobre el final se estanca en el desarrollo el costado “familiar” y cuando quiere volver hacía la otra punta no puede, ya es un poco tarde.
Quién escribió la receta del cóctel es el productor, director, guionista y amo del cine “mainstream” francés Luc Besson y allí encontramos la explicación del trazo grueso del film.
Sus ejemplos están a la vista y se pueden apreciar en la implementación del absurdo humor o el abuso de las locaciones “típicamente parisinas” para reafirmar una y mil veces que estamos viendo una película que transcurre en la bellísima Ciudad de la Luz. La colaboración de Besson es demasiado ruidosa para la cinta porque no logra justificar del todo desde el guión su obsesión con la recomposición de la foto familiar rota.
Kevin Costner es la aceituna con morrón del vermú. Es el ingrediente más importante de este pastiche de desmedidas, pero también por momentos desprejuiciadas, pretensiones. Él es el cowboy encargado de cohesionar este irregular disparate con su cumplidora actuación de impasible espía o de padre desolado. Ojo que el actor de indispensable Pacto de Justicia no está solo. La participación de Amber Heard es otra de las ricas sensaciones a favor que tiene la película. La blonda actriz (acá también está de morocha, rubia platinada o castaña) lleva adelante el plan de femme fatal “encuerada” totalmente sacada de contexto con una estampa y una sensualidad aplastante. Es justamente en las filosas intervenciones de sus mencionados protagonistas y en los episodios en que McG consigue acertar con fluidez y descaro la conexión de la trama de “espionaje” con la de “redención familiar” donde 3 Días para Matar consigue ejecutar con frialdad y gracia su cometido en la gran pantalla.