Cuando 3 rostros se exhibió en la competencia oficial por la Palma de Oro en la última edición del Festival de Cannes, en mayo, hubo una ausencia notoria. La de Jafar Panahi, el director de Three Faces, quien cumple un arresto domiciliario en Teherán por cuestiones políticas.
Igual, el autor de El círculo y El espejo se las suele arreglar para rodar sus películas desde entonces, y lo hace con él como protagonista (Taxi, Esto no es un film).
Las tres caras del título son de tres mujeres. Una es una joven que se suicida tras ver truncado su sueño de ser actriz. Otra es la de Behnaz Jafari, que se interpreta a sí misma, y a quien le llega el video de la primera ahorcándose, por lo que va, junto al director, a ese pueblito a descubrir lo sucedido. La tercera es otra actriz, que fue famosa antes de la revolución, y en su retiro se dedica a pintar.
Con o sin simbolismos y metáforas, con pinceladas de humor y alguna sorpresa, el director de El globo blanco vuelve a abrazar cierto neorrealismo, y si bien no tiene la inmediatez del documental como en alguno de sus últimos filmes, sabe a la perfección mantener distancias y acortarlas con el espectador en los momentos clave.
La película trata y entremezcla las cuestiones políticas con las de la actuación. Como si la ficción fuera un espacio para la resistencia a la que se ciñe, se enlaza, y en la que las tres caras fuesen el pasado, el presente y el futuro del cine iraní.
Es una película con aristas metafóricas, pero sin mordazas.