Adrian Suar debuta como director en una comedia que protagoniza, muy bien acompañado por actrices excepcionales y con un tema conmovedor. La inserción en la sociedad de alguien que paso años en una internación psiquiátrica no es un tema fácil de encarar desde el humor o los mecanismos que exige la comedia, pero en el libro de Javier Gross (el mismo nombre de un personaje de Pablo Solarz en “Juntos para siempre”, pseudónimo del guionista y director) se evaden los escollos. Con mucha eficacia aparecen las inseguridades, la ternura, la conciencia de lo que debe evitar la protagonista femenina, y el humor fluye sin equivocar nunca el camino. Junto a ella los roles fundamentales que juegan su ex marido y su hija. Pilar Gamboa es una actriz que maneja como nadie la intensidad, la ferocidad y la gracia para un protagónico difícil de imaginar con otra intérprete. La dirección de Suar acierta con la contención de cada personaje, Gamboa como Pichu Straneo están en la medida justo del humor, hermanados con la gracia, la vulnerabilidad, lejos del ridículo y la conmiseración. Lo mismo ocurre con la relación de la hija, muy bien jugado el rol por Rocío Hernández. La mirada justa hacia los que suponemos que somos “normales” porque nuestra locura no salió del carril. Como actor Adrian sabe exactamente que cuerda tocar y el timming que exige el género. No es un film para reírse a carcajadas, pero si para entretenerse con una sonrisa constante. En los papeles secundarios se lucen Elisa Carricajo, Jorge Suarez y Campi.