A priori, ya sea por el título, el póster o por su mismísimo protagonista, 30 noches con mi ex da la sensación de ser “una película más de Suar”. Y si bien hay mucha verdad en esa frase, hay que destacar que en esta ocasión eso es algo muy bueno.
En su debut como director, sorprende con una narrativa certera, una puesta más que correcta y una dirección de actores excelente. Estamos ante una de las mejores comedias que ha hecho. A la par, tal vez, de Un novio para mi mujer (2008).
Además, aquí balancea muy bien lo dramático a través del personaje de Pilar Gamboa y ahonda en algo a lo cual la comedia argentina le es esquiva: la salud mental. Gamboa, para aplaudir de pie, te hace reír y enternecer por partes iguales.
La historia es simple y está bien que así lo sea porque no pretende ser otra cosa. Su máxima aspiración la cumple: distraerte con sonrisas y algo más. ¿Qué más? Pues el valor agregado de este film, aquello que no me esperaba que me iba a encontrar y que Suar manifiesta en muchos planos: amor.
No son muchas las películas que transmiten amor y esta lo hace.
Motivo por el cual te arranca alguna lágrima y hace que tu mente viaje en introspección en búsqueda de la experiencia que empate con lo mostrado en pantalla. Yo celebro eso y por ese motivo celebro esta ópera prima.
Ojalá sea el comienzo de una larga carrera como realizador. 30 noches con mi ex es un gran debut.