Adrián Suar está al frente de algunas de las películas argentinas más taquilleras de estos últimos años, como «Me Casé con un Boludo» (2016), «El fútbol o yo» (2017) y «Dos más dos» (2012). A pesar de que no toda su filmografía alcanza una gran calidad, sacando la mítica «Un novio para mi mujer» (2008), tiene un público fiel que lo va a ver al cine en cada estreno. En esta oportunidad, el actor y productor se pone detrás de escena para dirigir su ópera prima que también protagoniza.
«30 noches con mi ex» se centra en Turbo (Adrián Suar), que luego de estar años separado de su esposa (Pilar Gamboa), acepta el pedido de su hija para que convivan nuevamente por un mes. Ella se está recuperando de una larga internación y, para volver a reinsertarse en la sociedad, necesitará la ayuda de su familia. Esto podrá reavivar los sentimientos de amor y la ilusión de estar juntos.
La película busca ahondar en la salud mental, las segundas oportunidades y los vínculos afectivos a partir de una comedia dramática que no siempre logra equilibrar de una buena manera ambos tonos. Hay algunos momentos graciosos pero no todos los gags resultan efectivos, como también hay ciertos temas serios que no pegan del todo con la manera en la que lo cuentan. Por momentos la trama también resulta un poco repetitiva y explícita, remarcando los mismos conceptos en varias oportunidades.
Esto también se nota con el uso de la banda sonora, que si bien acompaña cada una de las escenas, subraya demasiado las emociones que quiere transmitir, ya sea drama, comedia o tensión. Es decir, nos dice qué tenemos que sentir y cuándo a través de la música, algo que resulta innecesario y que subestima un poco al espectador, como también algunas imágenes que complementan los diálogos para que no queden dudas que la interpretación debe ser una en particular.
En cuanto al elenco, no podemos dudar de que Pilar Gamboa siempre fue una gran actriz, que ha demostrado su talento en varias oportunidades. En este caso se pone en la piel de un personaje complejo en cuanto a su construcción psicológica. Si bien sus líneas de diálogo a veces son un poco burdas para generar impacto y gracia, las lleva a buen puerto realizando una mezcla entre la exaltación y la fragilidad. Sin embargo, el foco de la película no siempre está puesto en ella, que es quien está buscando reinsertarse en la sociedad, sino en el personaje de Turbo y cómo él se adapta a esta nueva situación. Adrián Suar, por su parte, siempre actúa de igual manera en todas las películas en las que trabaja, algo que para el tono de comedia está correcto.
A pesar de que existen varios personajes secundarios, todo el peso dramático recae en los protagonistas. El resto no está muy desarrollado: ni los vecinos, ni los amigos de la pareja, ni la psicóloga. Tal vez un poco el papel de la hija, pero tampoco tiene muchos matices. Todos sirven para que los principales puedan hacer su tarea y se luzcan.
En síntesis, «30 noches con mi ex» es una comedia dramática que no siempre logra cumplir con el objetivo propuesto. Si bien tiene algunos instantes graciosos y una muy buena interpretación por parte de la actriz Pilar Gamboa, el tratamiento de los temas serios no son atinados en todo momento, los personajes secundarios no tienen desarrollo y se subrayan demasiado los mensajes y las emociones que quieren transmitir no solo a través de la trama sino también desde sus aspectos técnicos.