La épica y el peplum vuelven a la pantalla grande. Este género otrora supo ser el líder en las preferencias del público, principalmente en la década de los años 50 del siglo pasado, pero tras una acogida cálida en su primera entrega, la saga creada por el maestro del cómic Frank Miller vuelve en “300 el nacimiento de un imperio”(USA, 2014) con el aditamento del 3D como potenciador de la historia y una irresistible atracción entre opuestos que sólo desencadenará desgracias.
Si en “300” la primacía masculina estuvo a la orden del día, en “300 el nacimiento…” está por verse si ese primer lugar se disputa no ya por Jerjes (Rodrigo Santoro), una deidad asesina que arrasará con poblados para vengar la muerte de su padre, sino que la imposibilidad de encuentro entre los líderes de bandos opuestos, Temístocles (Sullivan Stapleton) por los espartanos, y Artemisia (Eva Green) por los persas, harán temblar la tierra y robarle el protagonismo.
Noam Murro, realizador israelí, logra despertar el interés en esta historia que se sucederá simultáneamente con la narrada en “300”, y a través de la explotación de muchos recursos fílmicos, pero principalmente por el detenimiento y coreografía que dotó a las escenas de lucha y acción, es que logra superar a su predecesora. El sepia sigue marcando el tono de la imagen, pero en esta oportunidad, se suman a la paleta varios colores para contrastar la opacidad de la primera entrega de la saga.
Murro también acude a la utilización de la iluminación (por momentos tenue, en otros exagerada para remarcar situaciones y personajes) que a la par de una sugerente banda sonora (creada por el argentino Federico Jusid) hacen que uno no pueda dejar de mirar la pantalla en ningún momento. Los primeros planos, primerísimos, como así también los detalles y la estaticidad en la puesta en escena, logran transmitir el espíritu de las viñetas creadas por Miller.
La utilización de rallenties y las bellísimas panorámicas una vez más magnifican la empresa que se contará, y se posicionan como otro de los puntos salientes de este filme. Volviendo a la trama, el personaje interpretado por Eva Green se come, literal, la película. Están los hombres que pelean y velan por la seguridad de la polis, pero uno no puede dejar de embobarse y sorprenderse con la frialdad y majestuosidad con la que la actriz compone a Artemisia.
Sabemos por qué ella es malvada (se muestra con lujos de detalles las vejaciones y humillaciones a las que se la sometió en su infancia), por qué es una máquina de matar sin ningún tipo de reparo, pero también sabemos que es una mujer, de carne y hueso, y que Temístocles la hará trastabillar física y emocionalmente en más de una oportunidad.
La hiperbolización de las caracterizaciones no hace más que reforzar la historia y la progresión del relato. Los malos serán muy malos y los buenos demasiado buenos. Pero entre estas polarizaciones siempre habrá algún gris, y es justamente en esas variantes en las que Murro hará foco. Con valores como la reivindicación de la familia, el trabajo en equipo y el esfuerzo por llegar a las metas, la película suma fuerza y evita erigirse como un mero pasatiempo ocasional. “300 el nacimiento de un imperio” es una buena oportunidad para volver al cine espectáculo y al goce sin ningún tipo de prejuicio ni condicionamientos.