Vida y ficción
“Un diario de la lectura de un diario” es la propuesta del realizador Andres Di Tella, enunciada durante los primeros minutos; afortunadamente, esta descripción no agota los lugares hasta los que logra llegar esta película. 327 son los cuadernos que llevan el diario personal del escritor Ricardo Piglia, que se propone releerlos al volver a Buenos Aires luego de haber estado viviendo en Princeton. Si el diario es un lugar de experimentación para el escritor, este film se convierte en un lugar de experimentación también para el realizador.
Abundan en la actualidad films documentales con tinte reflexivo, que nos hablan de la realización. En muchos de los casos actuales esta inclusión parece nacer de una búsqueda por darle “más interés” al documental -búsqueda que suele quedar trunca, como la inclusión de Salgado hijo en la reciente La sal de la tierra(2014) codirigida por Wim Wenders-, 327 cuadernos se propone explorar las relaciones entre diario, documental, memoria, historia personal y política, narrador y narración.
Se hace imposible pensar una forma alternativa en la que esta historia podría haber sido contada: en ella es central la convivencia de los distintos formatos tanto del fílmico como del video digital, que representan distintos tiempos, distintos espacios de la memoria. Así, el film, aunque interrogue“¿cuál es el tiempo del diario personal?”, nos pone a pensar también cuál será el tiempo del cine.
La cámara encuentra la manera de reverlarnos progresivamente a Piglia, sin ser invasora pero alcanzando una intimidad particular. Si bien se evidencia el dispositivo, hay una tendencia a ocultar la puesta en escena que podría vivirse como una traición pero que la propia lógica del film hace necesaria. Sin destacarse, precisamente por su inteligente sutileza, el diseño de sonido también es clave para construir el clima indicado, con un uso reducido pero preciso de la música.
Claro está además que el propio Piglia es una fuente de material interesantísimo, ya que la belleza del film está en prescindir de los hechos biográficos en sí mismos, para revelarnos obsesiones del escritor, que son a fin de cuentas las que más hablan de él. Si efectivamente el documental nació de una casualidad, Di Tella encontró en ella una reflexión atrapante precisamente por sus dimensiones históricas e íntimas, por entremezclar vida y ficción, quizás encontrando verdad.
Por Laura García Lombardi