Una película de Claire Denis en la cartelera rosarina siempre es motivo de festejo. La talentosa y aquí poco conocida directora francesa construye este trabajo (visto hace unos años en el BAFICI) a partir de los gestos de afecto de sus personajes, casi todos inmigrantes africanos aferrados a sus rutinas. Un empleado ferroviario a punto de jubilarse que vive muy apegado a su hija, y su familiar relación con sus vecinos y compañeros de trabajo son el punto de partida y de llegada de esta historia contada con nobleza y calidez. Todos ellos conforman una suerte de comunidad que vive en un delicado equilibrio y que se resiste al cambio. Denis tiene una mirada certera para encadenar sin énfasis detalles mínimos, y encontrar belleza en los rituales cotidianos. Postales suburbanas de vidas que se unen o se bifurcan como las vías de un tren.