Una gran película de la francesa Claire Denis (a quien, de no mediar festivales, nos perderíamos) muestra la vida de un hombre a punto de jubilarse, de su hija, de una pequeña comunidad en las afueras de París. Aquí se trata de la construcción sin subrayados de lazos familiares, de una pequeña sociedad que vive entre tensiones y solidaridades, y que se retrata como algo esencial y esencialmente bello. Denis tiene un enorme ojo para los detalles conmovedores o irónicos, y un notable oído para el diálogo.