Tensión en un relato muy actual
Ya desde su título, Néstor Mazzini plantea la condensación de una historia que se vivirá con trepidante ritmo. Desde su realización,
36 horas presenta una evidente economía de recursos que la sitúa en el lugar de una producción de bajo presupuesto, pero con grandes aspiraciones que resuelve en forma positiva.
Lo consigue a través de una historia en la cual se verá reflejada buena parte de la clase media que va siendo arrastrada a la decadencia económica y social. Ese es el caso de Pedro, que esta acorralado por las deudas y el desmoronamiento conyugal y en cuyo enunciado de ese poco más de un día se reflejan muchas penurias conocidas o cotidianas. Aquí el ultimátum de un prestamista que quiere su dinero servirá para enmarcar buena parte de su desesperación en coincidiencia con las horas que faltan para el cumpleaños de su hijo.
Aunque hay escenas que salen del realismo que impone la trama y le quitan brillo a ese logrado trabajo general, lo meritorio de
36 horas descansa en una buena historia que es narrada con interés, añadiendo desde el manejo de cámara la tensión exacta al relato. César Troncoso compone de manera impar a ese hombre acorralado acompañado con acierto tanto por Andrea Carballo como por Héctor Bidonde, en el retrato de una crisis económica que atraviesa todo un horizonte de sentido.