El cine de Fernando Meirelles se parece cada vez más al de Alejandro González Iñarritu, Dos directores latinoamericanos que se consagraron con sus primeras películas (Ciudad de Dios y Amores Perros, respectivamente) y que luego se fueron globalizando al mismo tiempo que, paradójicamente, se desinflaban. Pero Iñarritu filma mejor y sabe como generar tensión dramática.
360 está claramente inspirada en una vieja obra de teatro de Arthur Schnitzler (también autor del libro en el que se basa Ojos bien cerrados, de Kubrik) llamada La Ronda, que ya fue adaptada varias veces, y con mejor suerte. Hasta existe una versión argentina del año 2008 dirigida por Inés Braun y protagonizada, entre otros, por Mercedes Morán y Rafael Spregelburd que toma de la obra de Schnitzler su sistema narrativo coral, en donde los personajes se van pasando la posta con cada una de las historias hasta generar un relato circular (de allí el título). Una idea que alguna vez fue muy original, pero que ha sido muy transitada.
Las distintas tramas se van acumulando, al igual las ciudades y los grandes nombres del reparto (por ahí andan deambulando Anthony Hopkins, Rachel Weisz y Jude Law, entre otros) pero no llegan a cristalizar una sola historia cuyo peso las justifique, conformando un todo que, si bien está bellamente realizado, ronda lo predecible.