"4 Lonkos", demasiado didactismo
El documental repasa la historia de los caciques Calfucurá, Cipriano Catriel, Mariano Rosas y Vicente Pincén, pero con un estilo a menudo cercano a la lección de Historia.
Hay documentales que parecen lecciones de Historia. Éste es uno de ellos. Escrito y dirigido por el documentalista platense Sebastián Díaz, 4 lonkos echa luz sobre la vida y el sentido de cuatro relevantes caciques o lonkos que habitaron estas tierras, que lucharon contra el hombre blanco o a favor de él, que de todo hubo en la historia. Los caciques en cuestión son Calfucurá, Cipriano Catriel, Mariano Rosas y Vicente Pincén, analizados por varios historiadores y antropólogos, que brindan su saber al espectador tal como podría hacerlo un docente. No es que un documental didáctico esté mal por definición, y éste de hecho sirve para aprender lo que no se conoce. El tema es que cuando está planteado como transmisión magistral, el conocimiento no se construye de a dos (la película y el espectador, por caso), sino que viene en un solo sentido. Y eso lo vuelve limitado. Es el caso de 4 lonkos.
Creador de la estirpe mapuche de la que también habla la reciente Paso San Ignacio, de Pablo Reyero, 4 lonkospresenta a Cafulcurá como un guerrero mítico, a cuyo funeral fueron representantes de gran cantidad de tribus. Como en las leyendas, este jefe mapuche habría poseído una piedra sagrada, que dota de inmenso poder a quien la detente. No sólo eso: habría contado también con la protección de un espíritu que lo acompañaba en las paradas bravas. Nada de esto es raro ya que es parte de la mitificación de toda figura de poder que las más diversas culturas han practicado desde la noche de los tiempos. Lo raro es que el antropólogo Carlos Martínez Sarasola adhiera sin más a esta mitología, lo cual no se lleva bien con el conocimiento científico racional en el que se forman los historiadores blancos desde hace por lo menos tres siglos.
Como si fuera un western a la inversa, hay un villano en 4 lonkos y es el Perito Francisco Pascasio Moreno, que se dedicaba a coleccionar cráneos de indios para luego exhibirlos en el Museo de Ciencias Naturales de La Plata, que dirigía. De eso hablaba la tan bella como conmocionante Damiana Kryygi (A. F. Mouján, 2015), que contaba el caso de una mujer india secuestrada por el Perito para su estudio. El hombre blanco, por extensión, es entonces el “malo” de 4 lonkos, tal como establece de entrada Osvaldo Bayer al caracterizar al Perito. Cipriano Catrielvistió el uniforme del Ejército de la Nación y sirvió al hombre blanco. Hasta que quedó atrapado en una interna que involucraba al General Mitre y los suyos decidieron un final ritual para él. ¿O esa es la versión del huinca, destinada a desprestigiarlo? La pregunta, muy pertinente, se la hace el antropólogo Fernando Miguel Pepe. Los restantes caciques cuyas vidas revisa 4 lonkos son Mariano Rosas y el irreductible Vicente Pincén, a quien el Coronel Villegas atrapó pero no pudo capturar. Entre todos componen los rostros de un genocidio, visto hasta no hace tanto tiempo como un arma de la civilización.