Secretos y mentiras
El director británico Andrew Haigh, quien sorprendiera con “Weekend” (2011), retoma el tema del amor y sus formas, trabándolo desde la intimidad individual hacia la mirada sutil, pero diseccionando una pareja longeva. El cuestionamiento sobre si realmente se conoce a ese otro con quien se compartió la vida.
El filme abre con un sonido muy específico en pantalla en negro que sostendrá una duda, repitiendo el sonido en otras ocasiones. Ese sencillo enigma queda sin resolver para luego descubrir en una imagen de placidez en la campiña inglesa a una mujer casi septuagenaria que pasea un perro en regresa a su casa. Su marido denota confusión en su rostro.
Falta sólo una semana para el 45º aniversario de su boda, y Kate (Charlotte Rampling) está muy atareada con los preparativos de la casi una “segunda boda” con Geoff Mercer (Tom Courtenay), el primer y único marido. Pero el pasado se hace presente en forma de una misiva. Llega una carta dirigida a su marido en la que se le notifica que en los glaciares de los Alpes suizos ha aparecido congelado el cadáver de su primer amor.
A la manera de reverso en todo sentido del texto de Jorge Amado, “Doña Flor y sus dos maridos”, pues es aquí el hombre quien tuvo la perdida que parecía olvidada, al fin y al cabo irreparable, cómo competir contra el recuerdo amoroso que no dejo de ser, sino que fue extirpado por la tragedia. El fantasma de una persona muerta pesa más de lo supuesto y esto queda sumido en el rostro de Kate.
¿Han vivido una mentira, tan grande era el secreto?
Trabajada con la mayor de las sutilezas, con más rostros, ojos y cuerpo que palabras, el director va desarrollando esa duda en la mujer sobre si ha vivido engañada. Simultáneamente desarrolla el estado de Geoff ante la duda que le despierta la certeza de lo ocurrido hace 50 años, ahora transitando el lento camino del deterioro.
Con infinidad de delicados matices, una cámara casi siempre tomando a los personajes desde una misma posición, sin diferenciación, pues esa carta le ha dado vuelta al mundo de ambos.
Todo transcurre en esa semana. De estructura narrativa clásica sólo que es seccionada día por día, en desarrollo lineal, con una dirección de arte que parece pasar desapercibida pero que juega desde otro lugar, desplegando espacios dentro de los espacios recurrentes. Una banda de sonido muy bien pensada, siendo la canción “Humo en tus Ojos” el “leiv motiv” perfecto para el texto fílmico.
Todo esto sustentado en las maravillosas interpretaciones de sus protagonistas, claro que a esta altura nadie está descubriendo nada con semejantes actores juntos, con más de 170 películas, en cien años de cine.
(*) Realización de Mike Leigh, de 1996.