Nada mal porque, además de una historia interesante, la gigantesca Charlotte Rampling y don Tom Courteney son dignos de ver. Hay una pareja que festeja 45 años de casados; hay un mensaje: el cuerpo congelado del antiguo amor de él acaba de ser encontrado muchas décadas después de aquella muerte. Y hay una reflexión agridulce sobre el paso del tiempo, los sentimientos y el sentido de eso que solemos llamar amor. Se resuelve todo con las imágenes y las miradas, y eso es lo que mejor sostiene la película.