Pasado olvidado
Las historias de dulces abuelos festejando sus bien llevados aniversarios de casados siempre son alegres historias que a uno le enternece y le dejan que pensar en el futuro con su propia pareja (en caso de tener una, claro).
Bueno, 45 años es una película que básicamente nos cuenta eso, una pareja de ancianos festejando sus más que envidiables 45 años de casados, ya que el festejo de los 40 se vio interrumpido por la salud de uno de ellos.
Pero la historia de esta película es engañosa, y cuanto menos llamativa. Es que la trama real no se nos presenta solo como los preparativos de la fiesta, si no, de unos entretelones mucho más oscuros e inesperados que desentierran, casi literalmente, el pasado de uno de los ancianos y desatará así una seguidilla de reacciones y situaciones inesperadas.
El problema con el film es que este conflicto no se nos presenta de forma seria hasta casi llegada la primera hora de metraje, otorgando un giro inesperado en la historia y dándole de una vez por todas un poco de jugo a la trama.
Hasta ese momento 45 años no es más que una mera estepa dramática con pequeños picos destacables solo desde lo actoral, que se mantendrán durante todo la película.
Tal es el caso de la muy buena actuación de la actriz inglesa de enorme trayectoria Charlotte Rampling (Melancholia, Swimming Pool), a tal punto de haberle valido su performance en el film con una nominación a mejor actriz principal en la última edición de los premios Oscar.
Lejos de eso, la nueva y tercer película de Andrew Haigh (Weekend, Greek Pete) deja sabor a poco y grita clemencia por más contenido, mucho y más rico contenido.
El peor pecado es que esto podría haber sido fácilmente remendado desde el guion y la dirección, pero se le intentó dar tanto una imagen distanciada a la película que termina cayendo en el aburrimiento rápidamente.