Un grupo de samuráis cuyo señor feudal es asesinado busca venganza. A ellos se les une Kai, un paria en el que nadie confía, excepto la bella hija del shogun muerto, con quien comenzará un accidentado romance. Llevar a la pantalla una obra tradicional japonesa como La leyenda de los 47 ronin , que ya tuvo incontables versiones cinematográficas, era una tarea casi ciclópea, dado el clima necesario para desarrollar la grandeza de sus escenarios y personajes, que tiene como leit motiv el enfrentamiento entre dos castas. Pero al novel director Carl Reinsch le faltó pulso para relatar la trama, a la que le dio un aire occidental que perjudica al relato tradicional japonés y convierte al film en uno más de muchos realizados en Hollywood sobre la venganza. Los efectos especiales, a pesar de ser uno de los puntos más cuidados de la película, no logran ensamblarse armónicamente con las escenas dramáticas y el conjunto pierde la fuerza necesaria para hacer memorable aquel final, en el que los 47 ronin deberán acatar la sentencia del shogun.
Keanu Reeves aporta un rostro inmutable a su Kai, siempre dispuesto a hacer justicia, mientras que el resto del elenco transita con bastante opacidad por sus papeles.