Hablar de los 47 Ronin en Japón es como hablar aquí de San Martín y el cruce de Los Andes. Es historia que se enseña en las escuelas y motivo de orgullo y honor para la nación nipona.
Es por ello que se han escrito cientos de libros, representado en obras de teatro, otras películas y series de televisión y animé, pero esta es la primera vez que la leyenda es revistada por la mirada de Hollywood.
¿El resultado? Un fallido con algunos aspectos rescatables.
Lo que primero hay que señalar es que la producción viene mal parida desde su comienzo y que tardaron unos tres años en completar la película, lo cual causó un abultadísimo presupuesto (180 millones de dólares) que dobla a lo que se quería gastar.
Amén de eso, que es algo que al espectador no le modifica nada, la película intenta ser épica y no lo logra ni por casualidad. El haber integrado tanto elemento místico para emular el género “sword and sworcery” pero del Japón feudal no encuentra eco con la solemnidad que se le quiso dar a la trama desde el punto de vista histórico.
Y lo que la termina de hundir son los muy objetables efectos especiales. Año 2014, donde se nos tiene acostumbrados a deslumbrarnos con lo visual -encima en 3D- y aquí parece que el trabajo aún le falta una pulida final, como aquellas escenas eliminadas que se pueden ver en el material extra del algún DVD donde se muestran secuencias a las que aún no le habían terminado los efectos. Todo muy digital y carente de vida.
Sin embargo, y no obstante a estos dos puntos no menores, la película es entretenida y se deja ver y disfrutar.
Keanu “cara de nada” Reeves está bien en el papel siempre que se tenga en cuenta que no se le puede exigir como actor más de lo que da.
Afortunadamente se encuentra acompañado por un excelente reparto de figuras muy conocidas en oriente y que se han sabido colar en otras propuestas norteamericanas.
Destacando principalmente a Hiroyuki Sanada y Tadanobu Asano.
Las secuencias de acción y peleas están bien logradas por parte del director primerizo Carl Rinsch pero lamentablemente le falta bastante como para recomendar con un si rotundo a su obra.
47 Ronin se queda en el camino de la épica tratando de convencer al espectador con artilugios ya vistos. Una verdadera pena porque podría haber sido una gran película.