El valor de la palabra
Una tradicional narración japonesa vuelve a la actualidad con el sello de un gran espectáculo. La historia de los ronin -samuráis descastados después de la muerte de su señor en el Japón feudal- llega ahora revestida con la fantasía y los efectos especiales de los que es capaz la industria. Pero se trata en realidad de una historia dura, donde el honor y el coraje son elementos centrales. El relato, que tuvo muchas versiones a través de los años, es protagonizado por Keanu Reeves.
El actor le presta el cuerpo a Kai, un mestizo desclasado que vive como un paria sólo gracias a la benevolencia de su Señor y de la sensibilidad de su pequeña hija, quienes le salvaron la vida cuando era adolescente. La región dominada por el líder del lugar se prepara para recibir al shogún (la máxima autoridad del país), pero algo fracasa y los samuráis deciden recuperar el honor propio y el de su Señor cuando un rival quiere apoderarse de sus tierras.
Para esa tarea el usurpador cuenta con la ayuda de una bruja capaz de transformarse en lo que desee, desde un zorro hasta un dragón. Y allí es cuando ese deslumbrante despliegue visual, a pesar de su eficacia, atenta contra una historia de carácter épico con personajes austeros, disciplinados y con alta estima por el deber, de esos que sienten como un privilegio cuando se les permite practicar seppuku (o harakiri, el suicidio ritual con una daga) para salvar su honor.