El héroe inesperado de una escuela de la periferia Cuando Lucio, un profesor de Letras de la UBA, llega como reemplazante a una escuela secundaria de la periferia de Buenos Aires, apela al lenguaje que utilizaría en cualquier aula. Pero apenas formula la primera pregunta a sus alumnos, ocurre el primer temblor que pronto pondría su mundo de cabeza. ¿Para qué sirven la poesía y la literatura?, pregunta Lucio. Para nada, le responde un alumno. Para dormir, le dice otro. La segunda alarma le llega con las distintas formas que tienen sus colegas para abordar los conflictos en una zona problemática de la ciudad: mientras algunos se comprometen, otros lo reciben con un “bienvenido a la barbarie”. Y el terremoto ocurre cuando aparece droga dentro de la escuela en una cantidad que, se sospecha, es parte de una guerra política entre las autoridades de la ciudad y un narcotraficante local. Recibí gratis el newsletter de La Capital Correo electrónico * Caburoblus, el grupo liderado por Caburo, ya es parte de la historia grande de la música rosarina. "Yo nací en Rosario": el blues local finalmente tiene su propio festival Sabina adelantó que editará un nuevo disco para Navidad. Joaquín Sabina regresa a la Argentina en marzo tras una larga ausencia En el medio del caos quedan los chicos, sus familias y los docentes de una escuela que es intervenida por la Gendarmería mientras sigue la investigación. Todos ellos, finalmente, tratando de sobrevivir con las escasas herramientas a su alcance, la pobreza, la marginación y el miedo. Diego Lerman vuelve al espacio escolar, tal como lo hizo en “La mirada invisible”, aunque esta vez en una situación atravesada por un conflicto muy distinto. También regresa a unos personajes abrumados por los dilemas y las contradicciones; personas comunes puestas a prueba y obligadas a enfrentar sus prejuicios o sus temores. Toda esa complejidad Lerman la resuelve con una narrativa clara que explora temas siempre difíciles, como el narcotráfico, la marginalidad, la violencia y sus víctimas. Para reconstruir ese universo, el director apeló a quienes mejor lo conocían: maestros y alumnos reales de colegios como los que describe “El suplente”, un elemento que le da verosimilitud y un peso específico extra a las palabras y las situaciones que propone el guión. Como guía del relato contó con el sólido trabajo de Juan Minujín en el personaje de Lucio, un docente que poco a poco se involucra con una realidad que invadió y torció sus planes, mientras intenta rescatar del peligro a uno de sus alumnos. El actor está acompañado por Rita Cortese, en el rol de la directora del colegio, y María Merlino como una docente que lo orienta en ese universo donde nada es demasiado seguro y en el cual parece descubrir una forma ríspida de poesía.
Un drama culinario y eficaz narrado en plano secuencia Rodar en plano secuencia es un recurso arriesgado, pero una experiencia inmersiva e intensa para el espectador. El actor británico Philip Barantini recurrió a esa forma de rodar en “El chef”, su segundo largometraje. Como suele ocurrir en esos casos -dos memorables son “El arca rusa” y “La soga”- casi toda la acción transcurre en un único espacio. En este caso se trata del restaurante de Andy, a cargo de Stephen Graham (“Snatch, cerdos y diamantes”, “Pandillas de Nueva York”, “Peaky Blinders”), el cocinero en jefe de un restaurante londinense de moda que lidia al mismo tiempo con la responsabilidad de su cargo, un matrimonio acabado, sus culpas como padre ausente, sus adicciones y una gerenta autoritaria que subestima a todo el equipo. Parece mucho para una sola persona, pero para eso Andy cuenta con Carly, interpretada por Vinette Robinson (“Black Mirror”), la subjefa de cocina que, de hecho, está casi siempre al mando.
Corea sale al rescate del clásico cine catástrofe Desde que “Parásitos” ganó cuatro de los más importantes premios en los Oscar de 2020, además de la Palma de Oro en Cannes y varios galardones más allí donde se presentaba, el cine de Corea del Sur comenzó a recibir mayor atención y reconocimiento internacional. Netflix y HBO contribuyeron a hacer más visible la industria de ese país asiático, al punto que solamente Netflix lanzó más de 80 producciones de ese origen a nivel global entre 2015 y 2020, entre ellas, series muy populares como “El juego del calamar” o películas como “Tren a Busan”. El estreno de “Emergencia en el aire” recuerda las razones por las que la industria audiovisual coreana muestra y goza de una bien ganada vitalidad. Y eso a pesar de que la trama no es una idea demasiado original y su estilo es heredero del cine catástrofe, un subgénero que tuvo su pico de popularidad en la década del 70 con tanques como “Aeropuerto”, “Terremoto”, “Avalancha” o “Infierno en la torre” que narraban todo tipo de calamidades.
Rosario, tierra de amor y venganza El cine sobre mafiosos, en este caso traficantes de mujeres y proxenetas del siglo pasado, entre otros negocios, es la referencia inmediata de “El Paraíso”, la película dirigida por Fernando Sirianni y el rosarino Federico Moreno Breser. Rodada en animación 3D, parte en color y parte en blanco y negro, el título hace referencia a un prostíbulo rosarino al que van a parar las protagonistas, Magdalena y Anna Scilko, dos hermanas polacas recién desembarcadas en el puerto de Rosario. Cada una tendrá su destino, pero será Magdalena la que conduzca la trama y con su relato vaya desplegando una historia de explotación, poder, traición, venganza y amor con destino incierto. El film cuenta con un guión sólido, una trama atravesada por giros constantes y suspenso sostenido hasta un final sorprendente que bien podría derivar en una secuela. Basada en la serie animada “Tierra de rufianes”, dirigida por Moreno Breser en 2016, la película sigue a Anna y Magdalena que caen en la red de Los Abramov, la banda dedicada a la explotación de mujeres. La banda está liderada por León, con la voz de Jorge Marrale, bajo cuyo cuidado está su sobrino Ian (Nicolás Furtado), hijo de su hermano asesinado.
Una radiografía de la naturaleza y la pasión humana “Sólo las bestias” es un relato circular que apela al recurso frecuente de algunos thrillers de abordar el conflicto central desde el punto de vista de distintos personajes. En consecuencia, la película está dividida en episodios con los nombres de los personajes protagónicos. El film comienza con Alice que tiene una relación clandestina con Joseph, un hombre hosco y al límite de la sociopatía que vive solo y aislado en su granja. A partir de la aparición de un cadáver en el campo de Joseph, “Sólo las bestias” comienza a desplegarse como una serie de cajas chinas a través de las cuales se desarrollan las historias del resto de los personajes, en un recorrido que se inicia en un tranquilo pueblo del interior de Francia y se conecta con un barrio marginal de una ciudad de Costa de Marfil, en Africa.
Un viaje reparador La región de la Toscana es un escenario recurrente en algunas comedias dramáticas europeas. El paisaje, la luz, los cascos históricos y la atmósfera apacible de las regiones rurales invitan al disfrute y a la reflexión. Así ocurre desde las recordadas “Bajo el sol de la Toscana” o “Copia certificada” hasta en “Una villa en la Toscana”, o “Made in Italy”, título original de esta producción inglesa dirigida por el actor James D’Arcy y protagonizada por Liam Neeson y su hijo Micheál Richardson. Neeson y Richardson interpretan a Robert, un artista plástico atascado en su carrera, y su hijo Jack, empleado de una galería de arte de Londres a punto de perder su trabajo y a su esposa. Para evitar el desempleo, Jack le propone a la dueña y casi exmujer comprarle la galería. Para hacerlo, le pide al padre que vendan una casa que la familia posee en la Toscana, un lugar donde nadie fue en los últimos veinte años. Durante el desarrollo del film se irán descubriendo los motivos del abandono de esa propiedad y también las razones para que padre e hijo sean dos extraños.
Un relato asfixiante y poético “Manto de gemas” reúne a tres mujeres diferentes en un contexto que parece siempre a punto de estallar: Isabel, blanca, de clase media o alta; María, la empleada doméstica de Isabel, de etnia indígena y cuya hermana acaba de desaparecer, y Roberta, la jefa de policía de un pueblo mexicano dominado por el narcotráfico. Las tres se identifican entre sí por la posibilidad de una pérdida que se percibe siempre inminente en un lugar donde las desapariciones, muertes y secuestros son hechos cotidianos. Lejos de elegir una narrativa tradicional para este tipo de películas que abordan el narcotráfico y sus consecuencias, la directora debutante Natalia López Gallardo, montajista de reconocidos directores como Carlos Reygadas y Lisandro Alonso, eligió el camino más difícil para describir la zozobra y los crímenes que suceden en ese ámbito. Las dificultades que va poniendo en pantalla, lo son tanto para ella como para el espectador, a quien desafía durante casi dos horas con decisiones técnicas y estéticas en las antípodas de las convenciones de género, sin atenerse a un relato lineal, con un resultado asfixiante, abrumadoramente crudo y al mismo tiempo poético.
El ritual de la comida, una excusa para hablar de afectos La zona de Notting Hill, con su atmósfera bohemia y multicultural, es el escenario para una historia sobre sentimientos, conflictos amorosos y familiares. Así es “Una pastelería en Notting Hill”, la ópera prima de la directora Eliza Schroeder. El título original es “Love Sarah”, y Sarah -y su perenne influencia sobre las tres protagonistas- es el personaje que impulsa la trama de la película. El film relata la historia de una chica que a pesar de tener todo en contra -no tiene trabajo, no tiene donde vivir y su novio la abandona- decide hacer realidad el proyecto de su madre: montar un negocio de repostería y salón de té junto a la mejor amiga de su madre y su abuela, una destacada exacróbata circense con la que ni su mamá ni ella tienen relación hace años. A ellas se suman un vecino curioso y un exnovio chef que quiere reinventar su carrera y su vida. El negocio se podría poner en marcha con los ahorros de la abuela, que se siente culpable por haberse alejado de su hija, aunque ahora podría encontrar la posibilidad de reparar su error a través de su nieta y recuperar el afecto de la amiga de su hija. Schroeder toma como excusa el objetivo de montar la pastelería para hablar de tres generaciones de mujeres muy distintas entre sí y su forma de enfrentar los conflictos. La mayor, muy convencida de que es su momento de descansar de una vida larga y exigente; otra en su mediana edad e insatisfecha con el rumbo de su carrera profesional y la tercera en busca de un objetivo que le de sentido a su vida. La directora encuentra sobre todo en la mayor de las mujeres, la multipremiada actriz Celia Imrie, la herramienta ideal para transmitir el poderoso mensaje de empatía y resiliencia que subyace en este film convencional en su planteo aunque destacable en su trabajo técnico y actoral.
La amistad en medio de la desolación “Mi mejor amigo” es un relato sobre una amistad puesta a prueba. Los protagonistas son dos niños preadolescentes que conviven junto a otros cientos en un internado de Turquía. Aislado en medio de las montañas, el lugar es dirigido por un equipo docente cuya regla principal es el rigor y la disciplina. En ese contexto y con una tormenta de nieve y temperaturas bajo cero, dos chicos pelean durante su ducha semanal y como resultado de eso ambos son obligados a terminar de bañarse con agua fría. Al otro día, el más pequeño, comienza a debilitarse gradualmente hasta terminar inconsciente sobre la camilla de una enfermería sin calefacción. En medio de esa desolación real y emocional, su mejor amigo comienza a movilizarse para que alguien le preste atención. Pero la nieve arrecia, los coches no están equipados con los neumáticos que deberían y la señal del teléfono celular es deficiente. Según declaró el director, parte de la inspiración para este film le llegó de su experiencia en un internado y aseguró que uno de los sentimientos que lo marcaron fue el miedo y la sensación de control permanente. El cineasta logra transmitir esa sensación desde el principio al fin, tanto como el autoritarismo de casi todos los docentes y del director.
Exorcismo a la asiática A partir de “El proyecto de la bruja de Blair”, de 1999, se popularizó -aunque no la inauguró- la técnica narrativa del metraje encontrado, consistente en supuestas grabaciones que quedan como único testimonio de algún hecho, utilizado generalmente en el género del terror, y presentadas en formato de falso documental. Ese es el caso de “La médium”, película tailandesa se presenta como la edición de las grabaciones de un grupo de documentalistas que viajan hasta una región rural del país para registrar la devoción popular de los pobladores por una deidad local. En el proceso, las cosas se complican cuando una de las integrantes de la familia entrevistada comienza mostrar un comportamiento errático. La adolescente, al principio una chica amable, divertida y escéptica, es sobrina de la médium de la diosa que se venera en el pueblo y una de las personas mejor calificadas para determinar casos en los que espíritus malignos toman posesión de alguna persona. Luego de algunos éxitos taquilleros y con recursos narrativos similares como “Actividad paranormal”, “Cloverfield”, la española “Rec” o “La bruja Blair”, la película no sorprende. Aunque las actuaciones, la edición y la dirección son destacables, el filme de más de dos horas recuerda a películas como “El exorcista” y otras de terror asiático como “The Ring” o “Dark Water” entre las más destacadas. Técnicamente el trabajo es efectivo y muy bien resuelto con tomas de cámara subjetiva y en mano y una narrativa que se va haciendo más compleja hacia el final. Con este filme, el director regresa con un estilo diferente a un género que ya había abordado en “Están entre nosotros”, su única y anterior película estrenada en 2006 en Argentina hasta la llegada de “La médium”. Si en “Están entre nosotros” mostraba los fantasmas ocultos a simple vista pero que hacían visibles en fotos en las que nadie esperaría verlos, en este nuevo trabajo eligió un terror más evidente y convencional como es el recurso de las posesiones, pese a lo cual el filme mantiene su interés hasta el final.