Las distintas tomas de rejas y cámaras de vigilancia con las que abre "4x4" anticipan lo que se verá durante la próxima hora y media. Los realizadores de "El hombre de al lado" y "El artista" vuelven a separarse en la dirección: el año pasado Gastón Duprat estuvo al frente de "Mi obra maestra" y Mariano Cohn la produjo. Ahora intercambiaron roles.
El argumento es simple: en una calle tranquila de un barrio porteño -con una desmesurada gráfica de la ficticia secuela de "El hombre de al lado"-, hay una camioneta estacionada y Ciro (Peter Lanzani) entra al vehículo para robar el estéreo. Cuando quiere salir, luego de haber orinado el asiento trasero del auto, no puede. Las puertas no responden y los vidrios tampoco.
El automóvil bunker se transforma en una cámara de tortura y el ladrón no consigue escapar. Después de haber pasado horas sin comer y sin tomar líquido, el protagonista recibe una llamada del dueño de la camioneta. La voz de Enrique (Dady Brieva), un médico de clase media, describe cómo su vida personal ha sido afectada por la cantidad de veces que le robaron. Por eso, esta vez decide tomar cartas en el asunto y hacer justicia por mano propia.
FILME SADICO
En las obras de Cohn y Duprat suele ser incierta la posición que toman los cineastas frente a sus personajes. Se ríen del snob que consume alta cultura, pero también del bruto simplón. Sin embargo, en "4x4" es distinto. El mensaje es claro, sádico, y recolecta cada frase de odio de una parte de la sociedad para armar un relato siniestro.
El thriller es una película de encierro -casi todo sucede dentro de la camioneta- en la que Lanzani ("El clan"), una vez más, demuestra que puede sostener un protagónico sin titubear. El actor está presente en casi todos los planos. Brieva, a diferencia de Lanzani, no pone el cuerpo (aparece recién al final), pero con su voz consigue delinear de manera precisa y apropiada a su personaje. Un largometraje correcto desde su forma pero con un contenido despiadado sobre el tema de la inseguridad.