Los caminos de la vida
El rostro de Chang Sung Kim nos es tan familiar como amigable. Su vasta carrera en el cine y la televisión nos hace sentirlo casi como parte de nuestra vida cotidiana y lo sentimos tan argentino como cualquiera de nosotros. Sin embargo su vida es un misterio tan atrapante como su maravillosa carrera en los medios. El documental dirigido por nuestra amada Tamae Garateguy construye su narrativa desde los prejuicios, derribándolos (un rasgo común en todo su cine) y nos permite adentrarnos por medio de Chang en la realidad de miles de migrantes que hoy son parte de nuestro país.
La secuencia inicial nos muestra a Chang en el medio de un asado organizando y debatiendo el punto de cocción de la carne, la cantidad de brasas necesaria casi un acto de rebeldía contestaría frente al status quo de los nativos argentos. Y el tiempo le da la razón luego de horas de espera la carne sale tan en punto como su vida en estas tierras. Sin embargo Chang emprende un viaje a su pasado con la compañía de una porteña tan característica como intensa: Tamae Garateguy, una amistad forjada en el cine y la pasión que ahora se embarca en un viaje iniciático que nos invita a reflexionar sobre los alcances de la identidad y del terruño.
El camino que transita Chang desde su salida de Buenos Aires hasta su arribo a su tierra natal (casi irreconocible por el paso de los años) es hábilmente captado por el ojo atento de la directora que gratamente incursiona en el terreno documental. El film posee una vitalidad que contagia y momentos que nos permiten empezar a dimensionar el desarraigo sufrido por las diversas comunidades que actualmente habitan nuestro suelo. La sociedad como construcción colectiva es la suma de todas las individualidades que aportan a la creación del ser nacional y en tiempos de intolerancia y donde los pueblos eligen a sus propios verdugos mostrar lo diverso es un acto de rebeldía. Y sobre eso Tamae y Chang saben bastante.