na parodia de la exitosa Fifty Shades of Grey era fruta que estaba colgando muy bajo del árbol, y la dupla del actor Marlon Wayans con su director predilecto Michael Tiddes vieron la oportunidad y se lanzaron al vacío. El resultado, como siempre, es un refrito de la historia que tiene el humor habitual de la dupla, que tanto los caracteriza: burdo, simple y gastado.
Soy de esos que consideran que la película original no es un producto malo, pero tampoco es bueno. Es mucho mejor de lo que a simple vista el libro puede llegar a considerarse, y eso habiendo leído algún que otro pasaje de la inleíble novela. Ya el guión de Kelly Marcel se prestaba a la parodia sutil, a reírse del producto tan solapadamente que uno no sabía que estaba viendo una comedia en modo ninja, riéndose de la visión tan vainilla del mundo de la dominación que presentaba la historia de Anastasia Steele y Christian Grey. Es por eso que Fifty Shades of Black es tan innecesaria. Puede resultar catártica en algunos momentos, cuando tanto Wayans como Tiddes son iluminados desde arriba y le propinan a la naciente saga un par de golpes bajos que te pueden sacar una sonrisa, pero hasta ahí llegan.
Si vamos a destacarle alguna que otra cosa antes de pegarle miserablemente, es que en algunos momentos, los escenarios son prácticamente calcados del film original. La sala de juegos de Grey, o la oficina con luz tenue y cálida donde se firma el contrato de confidencialidad se notan tan o igualmente similares que abruman y le dan un toque extra. Wayans a esta altura es inimputable, puede hacer lo que quiera porque total el dinero lo va a recuperar -estas parodias cuestan un vuelto en Hollywood, prácticamente- y las expresiones faciales que hace pueden hacerte bufar de la risa. Eso, y que de paso siempre elige mostrar su esbelto cuerpo, para aquel que le preocupe admirarlo. Kali Hawk, la Anastasia de turno, es una interesante comediante, que obviamente supera las circunstancias a las que se ve encasillada en el pobre guión, pero le sigue el ritmo a Wayans en todas las escenas. No se pierden oportunidad también de pasearse por la película los cameos de comediantes como Fred Willard y Mike Epps, así como también la aparición de Jane Seymour, lejos ya de ser la Doctora Quinn que todos conocimos.
Si entran a la sala de cine para ver Fifty Shades of Black los felicito, tienen mas coraje que el que les escribe. Si están sentados en la butaca, sabrán que pasarán hora y media con una comedia cuyo humor conocen de antemano, y no habrá muchas sorpresas de por medio. Están avisados.