Proyectada en el marco del DOC Buenos Aires, “61, la Verdad Interior” representa un personal ejercicio de documental-ensayo. Un encuentro de dos personas que no hablan el mismo lenguaje, una reflexión acerca del tiempo. Durante el metraje si cita al poema “En esta noche, en este mundo”, de Alejandra Pizarnik. Nada es arbitrario, lo que no se dice con palabras ni es racionalmente comprensible, nos invita a descifrar su sentido oculto. El entendimiento de un relato transita otra frecuencia alternativa que no suele bordear superficies. El proceso de creación de una película que filmó la autora Sofía Brito junto a James Benning, titulada “Telemundo” y estrenada en 2018, funciona como disparador del presente ejercicio. Representante del género estructuralista y especialista en capturar ‘pasajes’, bajo la tutela del emblemático David Bordwell, Benning es un director reputado dentro del ambiente underground norteamericano. Cuarenta años de vida separan a ambos, pero es mucho más lo que los une. La latente voluntad de comunicarse y entenderse, discernir que hay más allá del lenguaje, se convierte en el punto de inflexión de un proceso creativo no exento de obstáculos; vericuetos, errores, pasos falsos, que son parte del proyecto mismo, de su esencia, allí radica un acto de libertad. “61, la Verdad Interior” nos hace parte de cómo se filma una película desde la artesanía total. Brito pone en acción sus ideas; sus manos, un teléfono celular y una computadora constituyeron sus únicos recursos. Indaga en lo ambiguo del lenguaje, significados y significantes revelados. Las palabras representan y no, comunican y no. Cuestiones de semiótica, o polos extremos que se atraen. El paso del tiempo o las pequeñas nimiedades de la vida, nada queda fuera del radar de la realizadora. La idea crece, evoluciona, cobra forma y acaba en la gran pantalla, conformándose como una especie de cine destinados a paladares selectas y que presta atención al adentro, a lo contemplativo.