65 es una producción de Sam Raimi que trae al recuerdo el tipo de películas de ciencia ficción con dinosaurios que tuvieron una enorme popularidad entre 1950 y mediados de los años ´70.
Me refiero a títulos como King Dinosaur: Planeta infernal (1955), Voyage to the Prehistoric Planet (1965), Voyage of to the Planet of Prehistoric Women (1968) o la infame Planet of Dinosaurs (1977) , donde los bichos gigantes creados con animación stop motion eran más expresivos que los integrantes del reparto humano.
En todos esos casos las historias se desarrollaban dentro del thriller de supervivencia que es exactamente lo que ofrece esta propuesta protagonizada por Adam Driver.
En Estados Unidos las críticas la destrozaron sin piedad y el estudio Columbia, que claramente no le tenía fe a esta película, la estrenó sin demasiada difusión en una competencia absurda con Scream 6 que no tenía chances de ganar.
Si bien dentro del subgénero que aborda no está al mismo nivel que la última entrega de Depredador, Prey, tampoco es la peor bazofia que llegó a la cartelera en lo que va del año.
Tal vez no llega a explotar en su totalidad el potencial que tenía la premisa pero consigue ser entretenida y es menos estúpida que la última entrega de Jurassic World.
Se le puede objetar que el argumento es bastante predecible y mundano y tampoco desarrolla de un modo satisfactorio los dos personajes que protagonizan el relato.
Pese a todo, Driver saca con dignidad su rol de héroe de acción en secuencias que tienen una realización decente.
Para mi gusto los realizadores se quedaron cortos con la cantidad de dinos que aparecen en el relato y esa es otra debilidad que tiene el film.
65 deja la impresión que podía haber brindado un espectáculo un poco más elaborado ya que contaba con algunas ideas interesantes.
El conceptos de dos alienígenas que tienen dificultades para comunicarse entre sí y terminan varados en el planeta Tierra durante la prehistoria era atractivo.
La dirección corrió por cuenta de Scott Becks y Brian Woods, una dupla de cineastas que vienen del cine de horror clase B y debutaron en los grandes estudios de Hollywood como guionistas de Un lugar en silencio.
En este proyecto elaboraron un espectáculo pasable que si bien quedará en el olvido antes que termine el mes, dentro de todo llega a ser ameno gracias a un tratamiento correcto de la acción.