Por un puñado de dólares
Los directores Juan Carlos Maneglia y Tana Schembori han encontrado en el Mercado 4 de Asunción un set ideal para desarrollar su muy eficaz trabajo. También encuentran, casi por primera vez para el cine paraguayo, un mercado internacional que lo celebra, y más allá del consenso favorable y de cierto paternalismo que destaca la película por su procedencia, la historia logra imponerse por méritos propios.
Méritos que también tienen que ver con otro hallazgo, el de los vehículos apropiados para llevar adelante una trama que tiene más ritmo que sorpresa. Las interpretaciones son notables, desde el protagonista (Celso Franco como el ingenuo e incansable Víctor) hasta los secundarios.
Sólo se puede objetar algún subrayado innecesario en la extrema fascinación de Víctor por los celulares y las cámaras (algo que sería un poco más verosímil una década atrás), lo que resiente, por explícito, el elogiado final. Pero más allá de lo apuntado persiste una puesta en escena consistente y el vértigo de una trama en la que todo encaja.