Una fresca pero eterna persecusión
La frescura que tiene “7 cajas” es innegable. Muchos de los elementos que encontramos en esta gran película no nos resultan extraños, los hemos visto en otros films y con muchisimo más presupuesto. Pero la opera prima de Juan Carlos Maneglia y Tana Schembori retrata un mundo característico y popular de una forma tan particular que se borran las referencias y homenajes, para ser parte de su propio estilo.
Ambientada en el 2005, la película “7 Cajas” trata la historia de Victor (Celso Franco), cuyo trabajo como carretillero se ve interrumpido por su deseo y anhelo de aparecer en los televisores, por eso quiere comprar un teléfono celular último modelo con cámara de filmación para poder materializar su sueño. El problema es que no tiene el dinero suficiente para poder llegar a obtenerlo, por lo poco que gana y la urgencia de la oferta. Un “golpe de suerte” le hace llegar un trabajo, gracias a Gus (Roberto Cardozo), en el cual le prometen 100 dolares de paga por entregar 7 cajas a un lugar. Sin demasiadas precisiones o indicaciones, Gus le da un celular a Victor con el cual comunicarse y poder coordinar juntos. El trabajo originalmente era para Nelson (Víctor Sosa) que llegó tarde por ir a comprar medicamentos para su hijo, y no resigna facilmente a perder esa oportunidad.
El poster y la filosofía de la película dice “El vivo vive del sonso”, y en eso va la película, quien se aviva al final sale ganando, hay pequeños engaños en todo momento y los protagonistas deben estar atentos siempre. Se trata de un mundo marginal y de astucia donde la rapidez paga en efectivo, injusto o no, es así. Por eso, una de las virtudes máximas de “7 cajas” es tomar al mercado municipal 4 de Asunción y retratar sus singularidades naturalmente, en sus personajes, en sus problemas y en su lenguaje. Nada parece forzado, ni exagerado, todo fluye sin pretensiones de denunciar, escandalizar o provocar una reflexión inducida al espectador.
La fotografía, la puesta en escena y la dinamica visual ayudan constantemente, sobre todo en las persecusiones y los momentos de suspenso que logran atrapar al espectador sin dejarlo escapar ni un segundo. Ni hablar los pequeños momentos de humor negro y de íronia que rodean el film, por la torpeza de sus personajes y la conexión bien lograda de los hechos que hacen un gran trabajo de producción, guión y dirección. También es muy destacable esa química que logra Victor con su compañera Liz (Lali González), y un final donde toda la tensión que logra el film se condensa para explotar de forma genial.
El deseo de Victor es aparecer en la pantalla, destacarse allí. No sólo de él, sino el de gran parte de la población, el prestigio de ser famoso, conocido por su aparición masiva. La vida material y mediatica. No importa nada más. Jugar con su imagen hacia el resto, los 15 minutos de fama. Como dijimos, 7 Cajas habla de ese deseo, pero no lo sobreexplota. Hay necesidades, carencias, vidas desgraciadas, vivos, delincuentes, personajes extorsivos, violentos y agresivos que rodean la película, pero no se centran en ellos. Se cuenta ese universo de forma notable, pocas producciones lograron hacerlo tan perfectamente. Por eso el revuelo por 7 Cajas es más que justificado. Es una lástima que haya tardado tanto en llegar a nuestros cines.
Por Germán Morales