Corre, Víctor, corre
Más que agradable sorpresa es este thriller paraguayo.
Las sorpresas que puede deparar el cine, cuando uno ingresa a una sala y se deja llevar por la narración, sin preocuparse por los antecedentes. Es estar con la cabeza alejada de los prejuicios.Eso es 7 cajas, un thriller contundente y sin mirada cuestionadora o social.
La cámara sigue a Víctor, un carretillero de 17 años, que para conseguir la otra mitad del billete de cien dólares que le dieron, debe transportar las siete cajas del título en el Mercado 4 de Asunción, sin saber qué es lo que contienen.
Pero llevar ese cargamento se transformará en un acontecimiento entre épico e increíble, cargado de trabas, aparición de delincuentes, traiciones, policías honestos (!) y una serie de vicisitudes que conviene no adelantar para no quebrar el clima intenso de continua sorpresa.
La historia del personaje que de la nada se ve metido en un asunto peligroso, que se le escapa de las manos, y que sufre el acoso de agentes externos y se siente como encerrado en su ámbito, no es seguramente nuevo. Hay mucho aquí de Corre, Lola, corre, y hasta de El Mariachi, y desenvolviéndose en un entorno como el de Ciudad de Dios.
Si 7 cajas no fuera una producción paraguaya -Paraguay no tiene una industria de cine, sino que son películas, arrestos individuales- y de otra nacionalidad con una trayectoria cinematográfica medianamente importante, y con rostros conocidos, estaríamos hablando de un filme que hasta podría convertirse de culto. Y en su país de origen lo fue: vendió en Paraguay más entradas que el Titanic de James Cameron...
Pero 7 cajas mantiene aún el encanto de ls operas primas. Juan Carlos Maneglia y Tana Schembori debutan en el largometraje. Es que lo que cuentan es enteramente universal y, al margen de alguna redundancia o repetición que aminora el ritmo y resiste la credibilidad, la película entretiene y mantiene en tensión desde que arranca hasta el final.