Historias de vida
Un retrato plural y ecléctico, diferente, moderno y desprejuiciado a cargo de algunos de los directores más interesantes de la actualidad, como es el caso de Gaspar Noé (Irreversible), el acostumbrado a temas sociales Laurent Cantet (La clase), el actor y el debutante detrás de la cámara Benicio del Toro, el israelí Elia Suleiman (Intervención divina), el argentino Pablo Trapero (Elefante Blanco), el español Julio Medem (Lucía y el sexo) y el más veterano de la lista, el cubano Juan Carlos Tabío (Fresa y chocolate).
Las historias van de lunes a domingo y transcurren en la hermosa y controvertida ciudad de La Habana. Todo comienza con el joven actor Josh Hutcherson, en el papel Teddy Atkins, un actor hollywoodense que pasa una noche acompañado de un taxista y termina de la forma menos pensado.
La acción sigue con el corto de director Emir Kusturica, el realizador de Maradona By Kusturica o El Sueño de Arizona, que llega a recibir un premio en El Festival Internacional de La Habana, pero, antes y después del evento, prefiere salir y conocer los arrabales y la mismísima esencia del lugar. Es así que los cortos llevarán al espectador por relatos sumamente variados.
También se podrá disfrutar de la mirada melancólica del israelí Elia Suleiman, que con su observación va descubriendo a manera de "foto postales" la ciudad, acompañado del sonido vibrante del mar y los largos discursos del Comandante Fidel castro. Entre los actores se pueden reconocer algunos grandes rostros como el ya mencionado Josh (Mi familia, Los Juegos del Hambre) y el alemán Daniel Brühl (Bastardos Sin Gloria) como un empresario musical..
Estos relatos pasan por noches de baile, rituales para exorcizar a una joven por ser lesbiana (quizás la menos lograda es la del realizador Gaspar Noé), escapes y promesas en el extranjero, mensajes divinos y hasta la búsqueda de huevos por los barrios para realizar un merengue. Algunas más cómicas, otras más melodramáticas y otras fuertemente nostálgicas que van pincelando esta ciudad de una manera muy peculiar. Siete días en La Habana son el tiempo justo para recorrer, sentir y conocer una Cuba que pide a gritos libertad.