Dice Fernando Domínguez en relación a su primer largometraje documental: “Hace diez años conocí a Nicolás Rubió y me contó que había invertido las últimas décadas de su vida en pintar un pueblito francés de 75 habitantes y 20 casas, donde había pasado su adolescencia como exiliado de la Guerra Civil Española, y que llevaba pintados de memoria más de 600 cuadros retratando ese pueblo“. Interesado por esta historia, Domínguez nos ofrece un retrato no sólo de ese proceso artístico sino también del juego entre la memoria y el trabajo del pintor. Este arriesgado y original documental está estructurado en planos fijos sobre las diversas obras de Rubió, sobre los cuales la voz en off del artista describe las anécdotas que motivaron cada obra, alternando imágenes de él mismo en sus momentos de trabajo. El esquema se rompe cuando el pintor realiza el boceto de la casa de su infancia, en el pueblo de Vielles, y se detiene ante la imposibilidad de completar ese recuerdo...