Cuando se estrenó Ocho Apellidos Vascos, nadie pudo prever que se convertiría en el film más taquillero de España, superando a tanques de Hollywood. La secuela no se hizo esperar y repitió el éxito.
Ocho Apellidos Catalanes retoma a los personajes principales de la anterior: Rafa (Dani Rovira) y Amaia (Clara Lago), quienes ya no están juntos. Rafa sigue su vida como camarero en Sevilla, pero volverá a preocuparse por su ex cuando Koldo (Karra Elejalde), otrora suegro, le avisa que la muchacha está por casarse en Barcelona. Viajan a esa ciudad para impedir el casamiento, pero se topan con una situación más compleja. Pau (Berto Romero), hipster y futuro marido de Amaia, armó en su pueblo una farsa para hacerle creer a su abuela, Roser (Rosa María Sardá), que Cataluña se independizó y que es potencia mundial, y supuestamente la boda será la primera a realizarse en la naciente patria. Rafa, Koldo y la recién llegada Merche (Carmen Machi) se suman al engaño, mientras nuestro antihéroe romántico buscará reconquistar a su gran amor.
En la línea de la primera parte, el tono de comedia blanca esconde una mirada ácida sobre la España actual y la tensión entre regiones. Hay enredos por doquier y gags imparables, aunque el guión se pone demasiado rebuscado y la estructura básica termina siendo similar a la de la anterior. Sin embargo, el carisma de los protagonistas -principalmente, el de Dani Rovira- alcanza para llevar adelante la película.
Aún sin ser muy inspirada, Ocho Apellidos Catalanes sigue siendo divertida y ayuda a consolidar una saga. ¿De dónde provendrán los próximos ocho apellidos?