Un pelo de vasca...
Amaia no está de buenas. Su novio la plantó justo antes de casarse y ahora está en un tablao en Sevilla viendo como un tipo se mofa de los vascos. Ella, vasca hasta los huesos, no va a tolerar tamaña impertinencia y ahí se planta a largarle cuatro hostias al graciosillo. Cuestión que así se conocen Amaia y Rafa. Pasan la noche juntos, pero sin concretar, y por la mañana ella desaparece dejando su bolso olvidado en casa de él. Rafa queda completamente prendido con la pequeña cabrona y está dispuesto a hacer algo impensado: viajar a Esukadi para encontrarla.
Aquí conviene explicar de qué va el chiste. Sucede que los vascos no se llevan con los andaluces, para los del norte los del sur son unos vagos vividores y para los andaluces los del norte son la reencarnación del mismísimo diablo. Así las cosas, Rafa acaba haciéndose pasar por vasco con tal de estar con Amaia, pero debe convencer al padre de esta sobre que tan vasco es.
Es lógico que no captemos la gracia sobre tan autóctona rivalidad y nos quedemos afuera de chistes que tienen que ver con acentos y argot, pero afortunadamente el director ha sabido construir una comedia que se impone por sobre lo regional. Así podemos disfrutar de un Dani Rovira angelado, perfecto en su papel y todo un descubrimiento como comediante. Karra Elejalde es el contrapunto perfecto como el vasquísimo padre de Amaia, quien a su vez tiene en Clara Lago a una correcta intérprete que se luce especialmente cuando se encabrona. La historia no derrocha originalidad, hay algo de "El Padre de la Novia" y un toque de la excelente "Bienvenidos al País de la Locura", pero tiene buen ritmo y hace gracia.
Estamos ante la película más taquillera del cine español. Hasta esta semana se rodó la segunda entrega, aún sin título, y también se convirtió en una obra de teatro. Sin dudas, los españoles encontraron algo que no se les da seguido: la posibilidad de divertirse con una historia apenas bien contada, sin vueltas. Algo parecido a lo que nos pasa a nosotros, bastante más al sur.