Que vivan las diferencias
El último éxito del cine español, 8 apellidos vascos (2014), es una comedia romántica sobre las diferencias culturales en España, que aprovecha la performance de su dupla protagónica con gracia y encanto, proponiendo un divertido cruce entre un andaluz y una vasca.
Entre las miles de etnias existentes en España (catalanes, andaluces, vascos, etc.), la historia nos presenta a un grupo de chicas vascas que eligen, para hacerle la despedida de soltera –y ridiculizar- a su amiga Amaya (Clara Lago), un restaurante característico de Sevilla. Ella acaba de ser abandonada en el altar y ahora, alcoholizada y cargada de ira, termina en la casa de Rafa (Dani Rovira), un andaluz a ultranza. A la mañana siguiente huye sin previo aviso pero olvida su cartera. Él, enamorado con inocencia, parte a buscarla al pueblo de Argoitia, en el corazón abertzale del País Vasco. Pero al llegar se aparece el padre de Amaya (Karra Elejalde) y, para que el hombre no sospeche de la falta de candidato de su hija, Rafa se hace pasar por Antxon, el ex novio vasco de la muchacha, con todas las costumbres y modismos que eso implica.
8 apellidos vascos es una divertida comedia, funcional por contar con el tono justo y los elementos adecuados para adaptar la clásica comedia romántica de amor imposible (con padre opositor inclusive), a la cultura española. La labor de Dani Rovira es ideal para el papel de andaluz incapaz de pasar inadvertido entre vascos, en cuyo rostro reposa el humor de las situaciones de mayor gracia, mientras que Clara Lago aporta tanto su carisma como la complicidad perfecta para la dupla en cuestión.
Además de la pareja protagónica, un film del género debe aprovechar de manera inteligente los espacios y elementos que pone a disposición para contar su historia, y 8 apellidos vascos lo hace a la perfección: tanto sus publicitarias postales turísticas de cada región, así como las características costumbres plasmadas en el vestuario, escenografía, peinados, música y comidas típicas; ayudan a contextualizar efectivamente el relato.
En tiempos de intolerancia racial en el viejo continente, la película de Emilio Martínez Lázaro (con guión de Borja Cobeaga y Diego San José) llega como una bocanada de aire fresco a socavar en las diferencias culturales pero hacia adentro del país, sin nunca faltar el respeto y con actitud de comedia ligera -como para no ofender a nadie-, para recordar el multiculturalismo fronteras adentro.