La vida de los otros
Rafa es andaluz, muy andaluz. Amaia es vasca, en extremo. Rafa vive en el sur, en Sevilla y Amaia en en el norte, en Argoitia (locación ficticia, que representa una summa de todo lo vasco). El escenario es una colección de lugares poco comunes.
Rafa y Amaia no se llevan nada bien, son opuestos que se atraen sin saber bien porqué. Por una serie de forzados enredos deben convivir unos días y aparentar ser una pareja a punto de casarse. Rafa tiene que hacerse pasar por vasco para congraciarse con el padre de Amaia. La trama es una colección de lugares comunes.
Con esos elementos, simples pero efectivos, se ha gestado la película española más taquillera de toda la historia (nada menos que 10 millones de espectadores). El fenómeno, a pesar de su acentuado localismo, cruza fronteras. En Argentina también ha sido un éxito. Habría que ver si una película sobre un cordobés que debe esconder su acento y hacerse pasar por santiagueño podría tener algún resultado fuera del país. Más allá de lo específico de las referencias, y de la fórmula probada, queda una película eficaz y disfrutable, que respira y se vuelve entrañable de la mano de sus intérpretes