Un muchacho que no es vasco se enamora de una vasca muy vasca y allá va él, en pos de su objeto de afecto, tratando de pasar por vasco. El resultado es una comedia romántica que funciona bastante bien y tiene, además de respeto por sus espectadores, una simpatía gigante que se contagia incluso en los gags que no funcionan. No, perfecta no es, pero tampoco es descartable. Y como dijimos en otro lugar de la página, no es ni Hollywood ni el INCAA.