Un viaje con escalas
Los viajes en el tiempo (de cuerpo y mente como ocurre en este film) y la paranoia por atentados terroristas son los pilares en los que se basa el director Duncan Jones para contar esta historia que juega con el suspenso, el cambio de identidades y la ciencia-ficción.
El realizador de Moon, e hijo de David Bowie, centra la acción en un tren en el que viaja el militar Colter Stevens (Jake Gyllengaal, el actor de Secreto en la montaña y El príncipe de Persia), quien despierta en el cuerpo de otra persona, ante una joven que desconoce pero que ha visto antes (Michelle Monaghan). Su misión: evitar en ocho minutos un atentado en el tren que marcha a toda velocidad hacia Chicago.
Con recursos desplegados con mejor suerte en Matrix, El origen y en la reciente Los agentes del destino, el film coloca a un hombre común en una situación extraordinaria. El espectador vuelve una y otra vez al lugar, junto al personaje, e irá obteniendo información sobre lo que alllí ocure.
La narración fragmentada se vuelve reiterativa y quita suspenso al asunto en medio de una trama alimentada por misiones secretas (una cápsula conecta al protagonista con un complejo centro de operaciones y una mujer encarnada por Vera Farmiga comanda todo como si fuera un videojuego), muchos cables y poca intriga.
Un relato que tenía todo para crispar al espectador (a pesar de sus efectos visuales antiguos) y se transforma en una cansadora travesía con escalas.