Digo yo, ¿para qué se complican de más los guionistas? Está bien tejer una telaraña de situaciones e imágenes para mantener al espectador al borde del asiento, pero si no se tienen todas las neuronas puestas en la historia se corre el riesgo de caer en su propia red.
Para explicarle mis razones al decir esto debo revelar instancias claves de la trama escrita por Ben Ripley entonces… ¿Cómo hacer para comentar esta producción? A ver si puedo.
Colter Stevens (Jake Gyllenhaal) está en un tren urbano de pasajeros en plena marcha. Habla con la bellísima Christina (Michelle Monaghan) o, mejor dicho, ella habla con él como si lo conociera, sin embargo Colter jamás la había visto en su vida. Algo raro ocurre porque Christina insiste en llamarlo Sean. Él se levanta, va hacia el baño, entra, y para su sorpresa (y la nuestra) la imagen que el espejo devuelve no es la que vimos. No hay mucho tiempo para que reaccionemos porque el tren vuela en millones de pedazos.
Ahora Colter está con uniforme de soldado atascado en una especie de cápsula sin entender un rábano. Sin embargo la agente Goodwin (Vera Farmiga) lo insta, a través de un monitor, a recordar todo lo que vio en esos minutos.
Colter está desorientado, nosotros también, y en ese momento comienza un juego interesante planteado por el realizador Duncan Jones. El manejo de la información. O sea para que Colter (y el espectador) obtenga respuestas, él debe darlas también. Pero cuando empezamos a seguir el desarrollo narrativo, y vivir la situación del protagonista, no sabíamos que había que estar atento a todos los detalles, por ende, todo vuelve a empezar.
Ahora estamos nuevamente en el tren buscando algo, y ya sabemos que sólo tenemos 8 minutos para encontrarlo.
Menos mal. Pensé que no iba a lograr engancharlo con el planteo sin revelar piezas clave del relato. “8 minutos antes de morir” trata de una historia que vuelve sobre sus pasos en una carrera contra el reloj, planteada desde una base simple que se va complicando merced al suministro de información, a cuentagotas, para mantener la tensión de la historia principal y de las dos sub-tramas que la apoyan.
Los tres personajes principales funcionan como una suerte de triángulo escaleno, cuya desigualdad de los lados va equiparándose, dependiendo del lugar que los personajes ocupan cada vez que se vuelve al punto de partida en estos viajes de ocho minutos. Una virtud notable del director, lograr un equilibrio ideal entre los tres.
Hay un costado anímico de Colter, Christina y Goodwin en el que se apoyan mutuamente. Los tres encuentran su cable a tierra en medio de la tensión.
No insista. No le voy a contar nada más, pero es justo aclarar que si bien el entretenimiento es genuino, hay un par de escenas que incurren en errores fácticos respecto del planteo del propio guionista (si se los cuento le quito sorpresa)
Por otro lado, esta producción parece de ciencia ficción, pero tiene más ficción que ciencia. Seguramente el “nuevo invento” le va acordar a “Deja Vu” (2006), aquella de Tony Scott, con Denzel Washington tratando de volver a una realidad paralela.
“8 Minutos antes de morir” agrega cierta incorrección política y un villano de manual. Me guardo, para reír por lo bajo, el lugar en donde queda parado el ejército estadounidense. Más allá de la manipulación de sus hombres, parece que el reciclaje mental es la próxima frontera, pero no se puede llegar a esta conclusión sin reparar en una ridícula paradoja. El proyecto tiene sentido si mueren soldados propios. Cualquier reminiscencia al fuego amigo consulte el archivo de CNN sobre la guerra de Irak.
Por si no quedó claro, sí, es entretenida, el valor del pochoclo está justificado, pero no se sorprenda a usted mismo si a los quince minutos de terminada la proyección su mente comienza a masticarla y empieza con: “un momentito… en la escena del andén…”