REVIVIENDO LA MUERTE
Luego de la muy buena propuesta titulada "Moon", Duncan Jones vuelve a la dirección, ahora con un proyecto que él no escribió, que mantiene una prolijidad excelente, con actuaciones muy buenas y un juego argumental que le aporta dinamismo, interés y calidad a la propuesta.
Un hombre tiene una misión que cumplir con el ejército de los Estados Unidos, tiene que revivir los últimos 8 minutos de la vida de un pasajero de un tren, para encontrar al responsable que ocasionó una explosión allí y que promete un atentado mucho mayor en el centro de Chicago. El tiempo corre, y él, encarnando una identidad diferente a la suya, va a tener que hacer todo lo posible por cumplir con su objetivo.
La película nunca se preocupa por que el espectador pueda entender qué es lo que está sucediendo, aunque por supuesto se dan las razones necesarias para que el mismo pueda comprender por sí solo cada una de las actitudes de los personajes. Pero, la cinta no se centra en contar cómo se logró dicho experimento ni cómo se supone que se va a continuar en el futuro, no hay intención de hacerlo ni mucho menos largas escenas en las que los personajes cuentan qué está pasando. Es aquí donde aparece la parte subjetiva del film y donde cada uno de los espectadores lograrán tomar un aspecto diferente de la historia y sentirla mucho más que el resto. A su vez, se llega a un final que hará pensar y que invita al posterior debate.
Se nota desde el primer minuto que el director de esta película es Duncan Jones, ya que se mantiene la misma coherencia y el misterio narrativo que predominó en "Moon" y principalmente se invoca a la emoción como principal fuente dramática de la película. Aquí hay un personaje que tiene un pasado problemático y que quiere resolverlo siendo parte de un experimento del gobierno, una cuestión que está muy bien lograda en la historia y que le aporta mucho sentimiento al relato del protagonista y al trasfondo político que el mismo tiene.
Pero, la característica que aquí más se destaca, es la vuelta de tuerca que se decidió hacer para desarrollar el argumento. Cada uno de los viajes a esa realidad paralela, las actitudes del protagonista y ese maravilloso final están logrados con una calidad técnica impresionante, con un ritmo que nunca decae y con una inteligencia que vale la pena resaltar. Todo lo que aquí va apareciendo presenta una delicadeza y una prolijidad milimétrica, no solo visualmente, sino técnica y argumental; no faltan los planteos filosóficos que dejarán pensando al espectador y no sobran los momentos de tensión y emoción. Una dirección que consagra a Duncan Jones como uno de los realizadores de Hollywood a seguir más interesantes de los últimos años.
Las actuaciones son muy buenas. Jake Gyllenhaal logra exponer su parte emocional en el papel, lo hace creíble y explora varios matices que son acordes a cada uno de los pasajes de la película. En los momentos de acción está muy correcto y en los dramáticos también, una buena interpretación. Michelle Monaghan también está bien, aunque su personaje no tiene el desarrollo necesario como para hacerlo destacable. De todos modos, cumple con su parte y logra crear una química muy buena con el protagonista. Quienes más se destacan, son los que están del otro lado del experimento, o sea, Vera Farmiga y Jeffrey Wright. La primera con una seriedad y una frialdad impresionante, pero que va mostrando, muy lentamente, su factor humano, sin duda alguna el mejor personaje y la mejor actuación de la cinta. El segundo, aportándole una rudeza y una incertidumbre muy buena al creador del "Código fuente". Muy buenas actuaciones.
"Source Code" es una cinta rebuscada, con un estilo visual y argumental muy particular, con buenas interpretaciones y una dirección que logra destacarse en todo momento. Una propuesta para pensar y debatir, una película inteligente, entretenida y muy bien lograda. El segundo film de Duncan Jones, un director que, hasta el momento, no defrauda y vale la pena seguir. Imperdible.
UNA ESCENA A DESTACAR: final.