Opera prima de Bruno Hernández que fuera exhibida en 2014 en Festival Pantalla Pinamar, con estreno demorado y un género no muy habitual en el cine argentino como el thriller, con guión original de Javier De Nevares, Andrés Gelos y Luis E. Langlemey.
Dos hermanos Vicente (Luis Ziembroswski) y Juan (Daniel Araoz) inmersos en el mundo del delito en el conurbano bonaerense: corrupción política, policial, narcotráfico, trata de blancas y mafia - sí, ya se están pensando, pero eso es cosa de todos los días en las noticias de televisión -, cualquier semejanza con la realidad no creo que sea simple coincidencia. De esos hermanos sólo tenemos pantallazos de su pasado, con un padre severo (esto a través de flashback reiterativos, o más bien repetitivos) que nos dejan planteada la historia que vendrá.
La secuencia de inicio filmada en el cementerio (Chacarita) presenta el funeral de alguien relacionado con la mafia, y nos enteramos que es la madre de los protagonistas, lo que dará inicio a la acción y venganza sí nos retrotraemos a que Vicente ordeno matar a Juan, quien logra sobrevivir y desaparecer por 7 años, el funeral naturalmente será el inicio de una venganza.
En el reparto nos encontramos con un buen desempeño de Luis Ziembroswski, y un Daniel Araoz un poco sobreactuado, con los tic faciales que no ayudan en nada a ser más malo, que después de 7 años de vivir en las sombras aparece con todo para llamar la atención en un que Juan que enciende motores en autos, camionetas, motos (me pareció un McGiver nacional), solo contra la mafia y elaborando todas sus sorpresas. Con Rolly Serrano asumiendo un personaje secundario al que cubre cabalmente. Leticia Bredice, a quien no cabe duda que la cámara la ama pues siempre logra dar la excelencia, aparentemente sin grandes esfuerzos anima en éste caso a la dueña de un burdel y compañera de Vicente, logra convencer de su debilidad (miedo) frente a los hombres. Finalmente, María Nela Sinisterra, como la agente de la DEA, elabora bien su papel, pero el personaje se encuentra colgado de la propia historia sin lograr integrarse nunca, (evidente falla del guión), en tanto que los demás personajes, débiles en sí mismos, son cubiertos por intérpretes que cumplen el rol y nada más,
La música de Andrés Ortega e Iván Rusansky acompaña al thriller en su desarrollo acentuando secuencias de acción, lo mismo que el sonido de José Luis Díaz, cuidado en sus bases en las situaciones violentas.
Resumiendo, un thriller interesante, cosa no siempre lograda con este género (o subgénero) cinematográfico en nuestro cine, que contó con un buen equipo de producción, con logradas tomas aéreas, algo poco habitual entre nosotros, más aun tratándose de una ópera prima, que puede verse, dejando en claro que a lo largo del desarrollo son mucho más de 8 tiros los tiros.